Ir al contenido

El cuento del mago viajero en las estrellas

De Wikisource, la biblioteca libre.

En tiempos ya pasados, cuando las estrellas de los cielos
Eran niñas blancas, con pelo rubio y denso
Y bajando por un rayo su país de misterios
Se sumergían a menudo en el mar azul;
Cuando los cuentos amados eran verdades todavía,
Cuando el pensamiento era custodio de sueño y herejía,
Había en éste mundo un espléndido imperio
Con pueblos soberbios, y fortalezas miles.

Reinaba en ese mundo un grandioso emperador,
Viejo, con cien años sobre su frente nevada,
Y su mano arrugada, su mano sequerosa,
Guardaba con firmeza la rienda de los pueblos.
Y los países florecientes y el mar oscuro
Se movían al oír su poderosa voz.
Pero la gente no se asombraba del brazo dominante,
Sino de su profunda y justa sabiduría.

En la sala con muros nítidos de mármol como cera,
Con alfombras soberbias, con palos de oro rubio,
Con arcos que levantaban sus bovedas temerarias,
Con estrellas, como flores rojas sobre el techo azul,
Con árboles que convertían al invierno en tierna primavera
Y extendían sombras perfumadas a lo largo del arriate,
Ahí estaba el emperador... - con sus boyardos -
En su trono de oro rojo estaba mudo e inmóvil.
 
Como alas de cisnes grandes, blancos, ondulantes,
Sus cabellos plateados caían sobre sus hombros
Y su larga barba caía densa sobre su pecho,
Pero sus ojos, estrellas negras, chispeaban desde la oscuridad;
Sus cejas viejas se oscurecían espesas,
En su mano el cetro de oro, con su enorme peso,
Sobre su frente nevada una diadema de oro -
Parecía que esperaba al oscuro misterio de la muerte.

Los boyardos de su alrededor, sobre sus sillas de honor
Parecían días pasados, perdidas en la antigüedad,
Con sus caras pálidas como un rayo del sol,
Canosos, con barbas albas sobre sus pechos silenciosos;
Sobre sus frentes que amontonaron la nevada de los años,
Sobre sus hombros el tiempo con grandes pasos ha pasado.
Como los días de un blanco pálido, desde su pasado
Miraban a ese sol que les había iluminado con ardor.

De repente el emperador se levanta de su trono
Como el rey del desierto desde su roca de granito;
En la corte el ejército suena la canción triunfal.
El pueblo la escucha y empiezan a moverse miles.
Desde los muros, desde los palos nítidos, las banderas de alarde
Tiemblan desenvueltas frente al nuevo ruido.
Su glaso tiembla... pero claro y tierno
Ensarta temblando su rosario de palabras.

- El tiempo se amontonó sobre mis hombros.
Desde mis huesos y mis venas drenó el jugo de la vida,
Delgada y seca es ahora mi mano imperial.
Abeto envejecido en las rocas, me estoy secando en mi trono,
En poco tiempo la muerte extenderá su manto pardo
Sobre mi... Y sus alas llevaran mi soplo.
Con fría agua bendita la muerte honra mi frente
Y mi viejo corazón enrarece sus latidos.

Y hasta que mi alma no toque las alas hinchadas,
Hacia el imperio de las estrellas, estirado como una tienda,
Antes de que mi cuerpo caiga en ruina,
Antes de que se rompa el turno de mi vida,
Pido al cielo que extienda mis últimos momentos,
Para poner sobre hombros jóvenes el imperio que llevo -
Sobre los hombros de mi hijo pondré, mientras estoy vivo
El gigántico imperio, la púrpura imperial.

Pero la vida tiene muchos senderos malos,
A todos tienta con su semblante hermoso
Si las riendas del mundo le parecerán pesadas,
Podrá soltarlas a la puerta del dominio;
Porque los días de un rey son llenos de peligro -
Él podría elegir el rosario de las delicias
Y entonces se convertirá en sombra - en las manos de unos infames
Las riendas caerán y ellos llevarán el mundo a donde querrán.

Antes de poner sobre sus cabellos negros
Mi corona de oro - yo debo probarlo.
No quiero que se rinda a los placeres viles
Que aprietan en un lazo de rosas el círculo del pensamiento;
No quiero que éste mundo con sueños lo emborrache,
Porque la mayoría de los hombres corren detrás de nada -
Debe ver en el libro del mundo un sentido abierto,
Porque si no, su vida será sombra y sus días un sueño.

Por eso, antes de la hora santa de mi muerte
Os he juntado en el areópago de mi vida,
De ahí de donde ríos espumantes bajan
Hacia la sombra oscurecida de los bosques de haya,
En el monte gigante que insinúa su frente
Por las nubes hasta el sol - vive un viejo mago.
Cuando yo era joven, el era ya viejo :
El curso eterno del tiempo a él no lo afecta.

En su frente está guardado un evo de sabiduría.
La vida del mundo entero cupo en su mente.
El pasado... el futuro él las sabe decir;
El viejo, como el tiempo no tiene comienzo
Y el sol de los cielos obedece a su voz,
El camino eterno de las estrellas sigue su ojo mudo.
Por eso quiero que enseñe a mi hijo
Cuales caminos de la vida son desiertos, cuales grandiosos.

Pero él no baja nunca de su montaña,
Porque no quiere perder de vista los caminos del mundo
Para que la medida que el usa siempre
No sea cambiada en su ausencia... y él, regresando de los valles,
Estando obligado a comenzar otra vez desde el principio,
No pueda parar el pensamiento de los malvados.
Y quién quiere resolver el misterio de la vida,
Ese debe subir a pie la montaña.

Con sus rizos negros, ¡ que brillo soberbio !
Con su cara delgada, ¡ cuán dolorosamente pálido !
Con ojos grandes que mueven sus miradas unidas,
Con una frente en rizos pierde su óvalo poderoso -
Así el hijo joven está perdido en sus pensamientos.
Se queda apoyado en el umbral del portal dorado :
Oye las palabras de su padre y se inclina -
Signo que obedece a la medida que él destina.

Se acerca con pasos modestos, suaves, raros
Y húmilmente se arrodilla sobre el peldaño del trono :
- Mañana, mientras la noche encenderá su tierno sol
Cuando la campana llorará con el dulce tono de la tarde,
Entonces me iré, viajando sobre el caballo pardo,
Iré hacia el pie del monte Pión
Y de ahí subiré todo el camino a pie,
Para poner alas a mis pensamientos.

Alas, para saber que es la vanidad :
Para que pase el curso miserable y mezquino del mundo,
Para que los pasos de mi vida entera sean llevados por la sabiduría,
Para pisar seguramente el camino de espinas de la vida,
Para que todo lo que yo haga sean hechos buenos,
Para no escuchar más que la voz de la verdad serena;
Y, siendo la más difícil la misión de mi vida,
Sabré seguir, con dignidad, tu camino, padre.
  
                         II

En montañas que se levantan fuertes de los bosques,
Gigantes con piernas de rocas de granito,
Con la frente fulminada ellos hienden a las nubes
Y las águilas levantan palacios en sus cumbres
Y asombrados se quedan en el sol, mirándolo paralizados.

Ahí, entre las ruinas, a través de rocas amontonadas
Está la negra caverna del mago ermitaño;
Encinas despeñadas sobre ríos tremendos
Y viejos guijarros cubiertos con moho;
Lentamente se estremecen los árboles de haya.

Retumbando su tempestuosa y magnífica arpa
Pasan vientos y menean el bosque de abeto,
Precipitan rocas grandes desde la cumbre yerma,
Tiran pedazos con árboles y con hierba,
Que en grito de ríos se hunden, caen.

La tempestad enjaeza a su carro largos rayos
Y los guía con la voz de trueno grave,
Retumba el arpa de cobre del viento
Y el águila de luto llama a sus niños,
Por las nubes caen estrellas y se apagan en el abismo.

Y granizadas con hielo con ovillos como granadas
Se quebrantan por las costillas de hierro de las rocas
Y en los cielos se mezclan los zodiacos dorados
Y los diablos por los ríos recogen licapodías
Y el invierno brama cabalgando sobre la helada.

Encima de éste monte con la frente desertada,
Encima del mundo, encima de las nubes,
Está el mago; mira a la tempestad levantado :
Encima de él, sol con su rayo amado,
Debajo, invierno, lluvia, nieve, estremecimiento.

Él abre su libro, mira a los cielos
Y desenreda zodiacos en su largo camino.
Hay un libro que nadie, jamás lo pueda leer,
Con signos torcidos, con giro árabe :
Son las leyes en signos de éste universo.

Con su barba alba revuelta por el viento,
Tira sobre el mundo sus ojos grises
Y grita el viento con su ala enrabiada,
Recoge y quebranta un rebaño terrible
De nubes que corren fulminando en los bosques.

A través de la noche vieja, gruñona, robusta,
A través de nubes que se menean, luchan, se quebrantan,
El hijo de rey pasaba sin miedo -
Encima del monte brilla una llama pequeña
Con rayos que cortan la larga oscuridad.

En vano a sus pies corren ríos espumados
Y las rocas rotas se ponen en su camino,
Nada es capaz de pararle alguna vez :
Con el paso seguro nada en los ríos,
Dirigiéndose hacia su meta pequeño y sereno.

Las encias rotas son puentes sobre los ríos,
La luz de los rayos le muestran el camino,
Aunque el cielo deja las riendas del viento
Para todas las nubes desde la cinta de los montes,
El pasa hacia el astro que luce limpiamente.

Retirado en una sala grande de mármol rosáceo,
Vestido en su brillante y negro talar,
Su mirada levanta hacia el campo del cielo
Y su pensamiento vuela en mundos sin frontera.
Y sus pensamientos se juntan en un largo ensueño,
Sus labios se mueven con una sonrisa tierna, amarga,
Su alma se llena de anhelos infinitos,
Profundos como el mar, con olas asombradas.

Que es lo que desea su alma se pregunta y no sabe,
Mira a las estrellas, la luna, que como un sueño de plata
Con su cara rubia desgarra las nubes largas
Y largos sueños emborrachan y mienten su pensamiento.
El ala de un ángel él siente que lo acaricia
Y toca temblando su frente nítida -
Y quisiera agarrarse del cuello de ese ángel,
Para volar con él al país vasto y estrellado.

"Cuentan mitos - habla solo - que cualquier persona
En lo incomensurable del cielo tiene une estrella tierna,
Que en el libro de la eternidad está unida a su nombre,
Que para él se enciende su luz como de nieve;
Por eso pregunto a mi pensamiento, para saber exactamente
Desde el mar azul, ¿cuál es mi estrellas ?
¿ Será esa rosa roja, que muda-tierna-asombrada
Luce un pensamiento de oro, encima de mi, en el cenit ?

Un hombre nace - un ángel enciende una estrella
Y en la tierra baja con su cuerpo de arcilla,
Las alas del pensamiento extiende en el hombre
Y pone la voz dulce en su pecho mudo.
Una candela de la vida, la estrella depende del cielo
Y pasa escribiendo el destino del hombre recien nacido.
Cuando muere su alma, sus alas se estiran
Y regresando a los cielos, en su camino la estrella se apaga.

¿ Pero qué es esa estrella ? ¿ Es una candela encendida,
Es llevada en su camino por las grandes olas del cielo ?
¿ Es una pera dorada, colgando del árbol del genio
Que cae sacudida por el largo samum de la muerte ?
¿ Y si es un mundo poderoso, extenso,
De mi vida está ligada la vida de un mundo ?
¿ Sobre mi cabeza están todos sus destinos,
Cuando muero ella cae apagada en el valle del caos ?

¿ Por qué de mi vida un mundo está ligado,
Por qué un ángel pálido bajó del cielo,
Para que mi cuerpo resucite por su llama limpia,
Por qué un genio cae en el cuerpo feo,
Por qué cualquier ser del cielo está condenado
Pasar una vida metido en pañales ?
¿ Quién impone la ley a cualquier ángel tierno
Para qué en su vida baje una vez en la tierra ?"

Y los muros nítidos, rojos, de mármol limpio
La luz de la tierna luna reflejan en la sala.
Y el aire en su alrededor, la luz coloreada,
Porque los rayos se juntan, se enturbian, se rompen,
Y en la dulce atmósfera asombrada, purpurada,
Se oyen voces débiles como arpas que lloran.
Pero no es sonido real... sino que la voz
De sus pensamientos, temblante y dulce, le responde :

"Cuando Dios crea un grupo de genios
Quiere probar a cualquiera si es bueno o malvado,
Porque no quiere ver más como vio antaño
Que grupos malos de ángeles no escuchan su palabra,
Que se rebelan contra el cielo con su mente enturbiada
Hasta que fulgurados caen en el caos ancestral;
Por eso en cualquier hombre que nace, cualquier ángel
Una vez en la eternidad baja para ser probado.

Cuando suena en la vida del mundo la hora de medianoche,
Entonces en los cielos viaja sonriendo el amor ciego,
Almas blancas de ángeles se colorean si lo ven
Y sus ojos azules absorben su mirada :
Partiendo hacia la tierra sus ojos tímidos se enamoran
En seres terrestres con su cuerpo tierno,
Y por la aduana del mundo bajan enfermos de amor
En los cuerpos de los hombres que esperan su llegada.

Pero hasta que el cuerpo es abarcado por un ángel,
Encima de las aduanas, sobre caminos luminosos,
Su imperio grande lo enciende una estrella en el cielo -
Ahí él reina, dejando los valles del mundo.
Pero de su vida terrestre depende su reinado del cielo :
Si es malo, la estrella sumerge en la noche de los malvados,
Y los mundos no apagados sobre las coronas del cielo
Son imperios vastos de los ángeles buenos.

Apenas dejan algunos las grandes pilastras del domo,
Apenas dejan el cielo y su tienda floreciente,
Apenas tienen tiempo para perder sus astros fuertes,
Bajan en el mundo, enterándose que su amor está muerto.
Entonces lo llevan en sus brazos y luminando azules
En su mundo rico lo llevan entre lágrimas -
Son ángeles tímidos y tiernos, tan inocentes
Que no necesitan estar probados en éste mundo.

El hada terrestre de un ángel pálido
Ligada está del destino del cuerpo que eligen.
Colga de su vida su dominio celeste :
Que siemblan en el mundo, recogen en las estrellas;
A menudo infelices un destino imperial,
Eligen un hombre nacido para ser grande
Un emperador poderoso, pero fervoroso cuando muere :
Una estrella eterna baja en el caos.

Pero en este cielo grande que luce en miles de mundos
Tú no tienes ningún ángel, tú no tienes ningún estrella,
Cuando Dios lee el libro grande del mundo
Tropieza con la cifra de tu vida sin querer.
En el plan de la eternidad tu vida es un error,
De tus días no está ligado tu mundo.
Los genios beben el vino del olvido cuando bajan,
Abiertos son, no bebiendo, para ti los misterios del mundo.

Errores como esto pasan a menudo en el mundo,
Molestando al plan sabio de la eternidad.
Encuentras en el mundo hombres con mentes ocultas
Que conocen el titánico pensamiento del mundo;
Pero que sepas que los hombres nunca quieren escuchar
Y en los cuentos llevan un nombre : travieso.
En pensamientos grandes su mente se queda sudando,
Pero no quieren escuchar a las personas de su alrededor.

Aunque son pocos y raros, el mundo no los quiere ver,
Su vida es una lucha, y a su muerte nadie llora.
Ellos no tuvieron un tierno ángel de guardia
Y sus ojos están turbios, y apagados por el dolor;
Pero a pesar de que los ángeles no vierten sus rayos
En sus almas, ellos son grandes y distinguidos,
Porque Dios es en el mundo su padre
Y pone en sus frentes su pensamiento rico.

Pero - hay un ángel pálido con alas largas, negras,
Que en estos seres grandiosos está siempre enamorado.
Es una pena que su amor apaga sistemas íntegros,
Su vuelta mata a cualquiera quien lo escuchó,
Seductor manda sus placeres alegres
Y si escuchas su canción tu genio queda quebrantado.
El destino de las cosas mortales está en su mano,
Hermoso es sin semejante y su nombre es : ¡ Muerte !

Por eso no debes escuchar su canción sublime,
Porque muertos son para siempre los que la escuchan,
En cualquier siglo él tiene otro novio
Y el que lo ama queda para siempre oculto.
Escucha mi voz fría : yo soy un gran serafín,
Mandado por Dios, porque te ama mucho,
Para salvar tu ser de un caos enorme -
Yo en la voz de tu pensamiento puse éste sentido.

Que más allá del agujero no tienes un mundo como imperio,
Por eso no deberías arrepentirte;
El imperio del genio : su pensamiento - es decir,
El espacio del alma es el mismo. Como trigo
Plantarás en los cielos las sumas de los pensamientos
Y entonces realizados estarán, ahí se quedarán.
Porque en el mundo de afuera tú no tienes herencia,
Puso en ti el Señor sin fines de pensamiento.

En este océano sin limites, donde pensamientos como estrellas
Florecen suavemente, miríadas se mezclan, se contraen;
Edificadas en domos magníficos, castillos de pensamiento
Se derrumban a tu soplo y secretamente se deshacen
O solo a tu pensamiento se mueven como abalorios
Y suenan canciones, que vibran - se oscurecen y caen;
Esta infinitud de pensamientos que puesta está en ti
Es un mundo dentro del mundo y destinada está para la eternidad.

Cuando la mente comprenderá tu vida terrestre,
Cuando tu cuerpo caerá dispersado por el tiempo,
Bajarás tú solo en su vida interior
Y durarás en su espacio estrellado, infinito;
Como Dios comprende con su vida celeste
Mundos, estrellas, tiempo y espacio, el átomo invisible,
Como todas están en él y él está en todo,
Así tú serás grande como tu pensamiento vasto.

De ésta vida grande si quieres tener noticia,
Piensa entonces en los sueños y en dormir,
Como muerto está el cuerpo frío por la noche,
Sobre ricas creaciones el alma es entonces dueño;
En un océano de estrellas, por soles, infinitud,
El se pasea, dispersando los pensamientos,
Aunque no son reales esos mundos solares,
Él las ve, las siente, las oye y las tiene.
 
Cuando el hombre es derrochado, mera arcilla sin soplo,
El alma en su exterior se queda sordo y ciego :
Una canción sin arpa, un rayo sin un sol,
Un murmullo sin aguas es el alma sin cuerpo,
Pero en su interior hay un mundo grande y extenso,
Que es real para él. Como gotas que absorben
Todos los rayos del mundo en un grano asombrado,
En él son todas, él es todo lo que ha pensado."

El serafín termina su meditación vibrante,
Se calla el pensamiento dentro del príncipe,
Y amarilla como hielo roto de las nubes aparece
La luna y pasa muerta sobre la tienda nublada
Y el cielo piensa nubes, grandes nubes de venganza
Que quisieran azotar a la tierra sublevada
Y la noche enfila horas sobre su hilo sin color
Como el río que lleva su pasado al futuro.
 
De repente ve como las nubes se hienden
En dos y le hacen un camino.
Llegado a la cumbre, bajo él una pandilla
De vientos pasan por las nubes y rompen
Sus alas por las rocas, meneándose en los valles.

Bajo él la borrasca negra, enturbiada,
Con caballos de relámpago, recorren locos
Y golpea en los vientos, sobre nubes trastornada,
Ella dobla las rocas y nace granizo,
Mezcla al mundo, amasa tormentas.

Encima de él, sobre el firmamento azul, sereno,
Brilla un cálido sol y se pasea con gusto.
Sobre el alero de rocas en ruina del monte,
Sobre una estrella precipitada, con el libro en la mano,
Profundamente piensa el poderoso mago.

- Padre - dice él - inclinándose para saludar,
Mi viejo pariente me mandó aquí.
- ¿ Has venido ? - responde el viejo - suspira,
Sobre su cara pasa una sonrisa serena,
Con una mano su libro viejo ha cerrado. -

He visto en mi libro que la vida vieja
Pronto se terminará - y con este pensamiento
Olvidé del mundo - dolor ajeno
Penetró en el alma, con alas de luz -
Y hasta que miré escapó de la tierra

Tormenta rabiada... De miles de tormentas
Que pasan volando encima de la tierra,
Hay algunas que desde hace mucho están locas,
Por eso atadas de viejas piedras
Las guardo cerradas en el fondo de la montaña.

Y cuando me abarcó el dolor por tu padre,
Debe ser que una de ellas escapó,
Rompió con su ala algunas estrellas,
Arrojándoles en nubes y en vientos rebeldes
Y mis bosques eternos les barrió.

Espera, niño, para que busque un hechizo
En el libro... Llamaré el gigantesco viento,
Para que le ponga sobre sus alas mil redes,
Para que le ate de las rocas, y quede de guardia
En el negro cárcel del fondo de la tierra...

Suspira; viento gallardo coge a la tormenta,
Ata sus alas - la mete en las rocas,
Y ahí con cadenas inmobiliza sus brazos;
Poco a poco se extienden las nubes del cielo,
Lentamente se rizan encima de los valles profundos.

- Niño, ahora ya no hay peligro -
Sigueme en el monte, es mis salas grandes,
Ahí me contarás sobre tu padre.
En nuestras vidas fuimos Pílades y Orestes -
Él se está muriendo - me quedaré de nuevo solo.

Antes de su muerte te mandó a ti,
Para que dé mi viejo consejo a tu vida,
Y por supuesto que esto hizo bien :
A ti te esperan peligros, y, sin mi ayuda,
Es posible que no escapes de ellos.

Si tú serías como otros hombres, entonces yo podría
Cambiar tu destino del malo al mejor,
Pero tu signo no existe en mi libro entero.
Los destinos de las estrellas por mi son llevados,
Pero tú no tienes estrella en todo el cielo.

Por eso no puedo hacer nada por ti.
Tu carta destinada yo no la puedo cambiar.
Lo que es puedo cambiar... Lo que en estrellas serenas
No está escrito - yo no puedo saber. Son escrituras extrañas
Pensadas por el Señor en el nimbo de los soles.

Pero te puedo enseñar los caminos de la perdición,
Para que no caigas en ella, para no estar tentado
Por un ángel con ojos verdes, con cara pálida,
Que al mundo trae dolor y tormenta
De muerte, por el cual eres muy amado.

Él dice y baja suavemente en el valle,
Hacia puertas gigánticas que llevan a tabernas.
Gigánticos portales de rocas derrumbadas
Abre y entra en magníficas naves
De mármol negro, anchas y largas.

Pilastras de oro bajan por los muros,
En el suelo están alfombras de flores
Y estrellas salpican en las candelas dulces rayos
Y el aire es dulce como una noche de verano
Y los rayos son cálidos y rosáceos.
 
Por la nave grande con un andar suave,
Ellos pasan por bóvedas cavadas en granito
Ellos entran en una sala llena de perfumes,
Los mármoles de los muros lucen ebanines
Como espejos negros de calderos pulidos.

El viejo cierra detras de él la puerta.
Oscuridad profunda les rodea entonces -
Sobre la mesa grande lentamente enciende
La copa azul de la tierna violeta,
Ella arroja en el aire negro rayos, moradas estrías.

En un trono, el emperador, de seda roja
Se sienta, mira a los muros de mármol,
El viejo se sienta a su lado
Y las flores dispersan olor adormecedor
Como el olor fresco de los verdes bosques.

Y los rayos azules corren por la sala.
El viejo se levanta fantástico y tiernamente
Levanta en el aire su poderosa varilla.
En el espejo negro, profundo y ancho
Lentamente parece una sombra de plata.

Morada es su cara como el muguete,
En sus hombros blancos alas se despliegan
Y su talar brilla como la plata;
En su mano pequeña guarda el vaso
Del sueño... En su frente hay flores rojas de amapola.

Caen los largos cabellos, rubios y largos espigas de oro,
Cerrada en cejas largas queda su mirada;
Una copa con versos, con cifras de moro
Coge el viejo - como sangre de toro,
Echa vino rojo y lo entrega al rey.

Viendo la sombra blanca en el muro negro,
Desde el trono el rey se arrodilla asombrado,
En su sueño la sombra ríe - y sus largos cabellos,
Rubios como el oro, caen rebeldes
Sobre los hombros nítidos, sobre el blanco cuello.

- Es el sueño - le dice el viejo a su oreja -
No digas una palabra, porque si no calles,
Desaparece como el sueño - dificilmente obedece
A mi palabra mágica - deja a las estrellas sonar,
Para que yo le coja en la tabla negra. - Tú haz

Lo que yo te diga. Una copa con márgenes de oro
Él coge y echa ahí el vino cristalino.
Se quedan alrededor de la copa con cifras de moro
Escondidos hechizos escritos... Como sangre de toro
Está el vino, y sin embargo claro como el rubín.

- Bebe - dice - entonces el sueño baja de los muros
Y besa tus ojos con una dulce sonrisa;
Entonces coge su cuello con tu brazo,
Él levantará su ala y volará,
Te llevará con él al mundo del sueño.

El joven bebe y se pone a dormir. De repente,
Siente sobre sus ojos labios cálidos y tiernos,
Estiende su brazo y coge en un segundo
Los hombros dulces y nítidos de la sombra... Hinchada
Siente el ala que hacia arriba partió.

Sobre los hombros de la sombra deja su frente
Y oye latiendo sus cálido soplo
Y se siente llevado hacia mundos luminosos,
Por coros santos, por estrellas de oro,
Oye como suena el ala de plata.

El abre sus ojos, y ve encima de él
Dos grandes ojos azules, profundos y soñadores.
Apenas puede creer su felicidad,
Aprieta su boca sobre los cabellos rubios
Y acaricia con añoranza su cara pálida.

Está embriagado por la larga magia del sueño,
Aprieta más fuerte entre sus brazos al ángel
Y la sombra sonríe, lo acaricia con su ala
Y baja su boca en dulce embriaguez,
Apretando sobre sus labios su beso encendido.

- Ves tú - habla la sombra - en el valle del precipicio :
La tierra con sus montañas que humean apagado,
Con mares dormidos que murmullan amargamente;
Duermen los pueblos, los países y sus fortalezas.
Encima de ti, el vasta océano de estrellas.

La tierra se contraerá lejos en un punto,
Porque los mundos de lejos cambian en puntos,
Desaparecen las visiones vagas de la tierra,
Nace el país limpio de las estrellas,
Corre, vive el tiempo de los astros.

Una estrella es un imperio vasto y grande,
Con cientos de países y con miles de seres.
Las fortalezas grandes son difundidas en el sol,
Palacios de plata se levantan pensadores
Y los reyes son ángeles con alas de plata.

Y el alma libre su mira santificada
Levanta hacia la gran y estrellada comarca :
Una patria nueva, sublime, amada,
Llena de canciones escapadas de los siglos -
Aquí el mundo antiguo puede seguir su vida.

Ves a la estrella que echó atras sus montañas y mar
Andando rectamente por su camino eterno.
El espacio de los años les destina un sol :
Para algunas más grande, para otras más pequeño
Porque los soles escriben el tiempo en éste universo.

Pronto llegaremos a la estrella serena
Que yo llamo la mía en los cielos.
Está llena de sueños, de sombras, de canciones.
Pronto entraremos en la nítida llanura
Y atrás quedará la tierra - una estrella.

                         III

El mago quedado en el monte, salió al final de él,
Quedándose en los valles, sobre una piedra derrumabada,
Y mirando. - Los bosques acarician con viento de primavera
Su frente seca, sus ojos profundos.

Sube hasta la cumbre de un monte, una estrella baja del cielo -
Una estrella, águila de oro, con alas de fuego,
Cabalgando sobre ella, vuela en el infinito,
Estrellas brillaban santas y le dejaban espacio en su camino.

Y difundidos en el espacio ángeles llevaban
Los rezos profundos y tiernos de los mundos
Y estirando en el viento sus alas reales
Van y las ponen sobre las peldañas azules del mundo.

Al poderoso mago saludan en su camino,
Él pasa llevado por la estrella que vuela como el pensamiento
Y cuando llegó, santo, grande, al valle del caos
Dejó a la estrella, y se tiró en le precipicio.
 
Encima veía estrellas y debajo de él estrellas,
Vuela sin esitar como un trueno herido;
Arriba, a la derecha, a la izquierda, las llanuras de estrellas
Desaparecen. - El cae, un astro tirado al profundo abismo.

Porque sobre un punto azul fijó él su mirada :
A las márgenes del caos un astro tierno y ligero;
Camino de miles de días él pasa en un segundo,
Vuela como el pensamiento que le lleva al futuro.

Cada vez más se acerca al mundo alejado,
Solo le falta un día para llegar a su luna.
Ahí el respira por su camino largo -
Empieza a mirar desde la cumbre de un monte.

Con ojos llenos de lágrimas mira a esa estrella
Que luminaba azul siguiendo su camino :
- Qué tranquila está ella, anda en paz,
Oh, como amo a la estrella en donde yo nací.

Hay una estrella más de paz en el universo,
Nunca inquietada por el odio, por la guerra;
En toda la Creación su boca siempre calla,
No tiene malos pensamientos, no padece necesitades.

Hay un hombre que vive infeliz en ella,
Pero no por la estrella, sino por su propio ser,
Pero cambiaré su suerte, de malo haré bien -
Bajo ahora a mi astro para acariciarle también.

Desde la cumbre del monte selenario se tira al espacio,
En un momento llega a las nubes de su astro natal,
Les mira con amor, con una mirada larga,
En lasos largos rompe el velo de las nubes.

Lo estira, lo ata, hace de el una escalera,
La tira al horizonte, el viento la flutura,
Después por ella baja lentamente el viejo
Al mar, que mueve temblante sus miles de olas.

De las nubes densas él tomó un trozo,
Para hacerse una barca que flota por las olas,
Las ondas azules del mar deslizan espumantes
Y lo llevan a la cuna dulce, por cantos desde las orillas.

De islas ricas con grandes jardines de laurel,
Cisnes plateados estirando sus alas
Venían rompiendo el agua hasta la barca de oro
Y se enjaezaban y la tiraban cantando.

El viejo, envuelto en su ropa blanca, sueña
Mientras los cisnes plateados tiran la rica barca,
La canción de las olas le está saludando a él -
Sobre su frente arreglada hay una rama de haya.

Flotando rápidamente bajo la pálida luz
De la luna, parece el dios de los mares,
Cantado por las miles de olas serenas
Y meceado por los cisnes en su dulce ensoñación.

La barca, un sueño de oro, la tela azul del mar
La rompe - y se está acercando a la orilla,
Una orilla de piedras gris, de rocas rotas y rebeldes,
Que golpean con sus faldas la ola espumajeada.

Ahí, entre rocas viejas y esqueletos,
Un templo en ruina, ahogado por las aguas,
Por la mitad inclina sus muros y sus palos
Y pronto caerá quebrantado por el tiempo.

En huecos de muro vive un pobre monje
Joven, hermoso - pero delgado como una sombra.
De rocas quebrantadas, de piedras y de tierra
Hizo caminos hasta el fondo del templo árabe.

Ahí se queda atormentado por sueños y por pensamientos.
Ni el sabe que quiere, se está atormentando en vano,
Duerme en una cama de andrajos puestos sobre dos tablas.
No bebe agua de manantiales, sino la ola amarga del mar.
 
Así quiere aplastar su vida, acortarla,
¿ Por qué ? y para quien, él mismo no sabía.
Así se está atormentando, en rezos, en ascesis,
En alguna pobre arpa del arco quebrantado.

Un arpa de cobre, con cuerdas oxidadas,
Él toca con ella una canción desoladora.
Cuerdas antes adormecidas tiemblan por sus manos...
Él llama con su canción a una sombra que soñó.

Y ahora él se queda en la luna, sobre una piedra dispersada
Y su canción vuela dolorosamente en la noche,
Parecía que esperaba en el aire a su sombra amada
Para verla, así su ojo apuntaba oscuro.

El mago bajó de la barca sobre una piedra seca.
La deja que sea llevada por el camino de las olas -
Sube después sobre una roca - mide al asceta
Con el ojo. Se queda como el genio del aire.

El monje lo ve, deja caer su arpa,
Sobre sus labios pasa una sonrisa débil y amarga de asceta.
Deja su roca, se acerca lentamente al mago,
Coge su mano y le pregunta con voz rara :

- ¿ Qué has hecho, padre... otra vez veniste a mi,
Piensas que me podrás animar ? no, no, jamás,
Sordo se queda mi alma a tus palabras suaves
Como las rocas se quedan secas y frías a mi voz.

Oh, ven a los huecos para que te enseñe la ventana
A la cual la dulce sombra vino ayer noche
Entre los palos que se están derrumbando... por los arcos quebrantados...
                                                                         Esta...
Por aquí, por una escalera de oro entró tiernamente.

- Por eso te retiraste tú, dijo entonces el mago,
Para vivir en ascesis pensando en Dios,
Bebiendo el agua amarga del mar en las tabernas negras -
¡ Para dominar en ti a la tentación, al genio malo !...

- ¿ Ella, tentación mala ? ¡ un genio malo, oh, no lo es !
Respondió triste y dulcemente el fantástico asceta.
Si vendría el cielo mismo para decirme esto,
Si me lo diría ella misma - yo no lo creería.

Yo antes creería que quiere engañarme,
Que quiere probar mi amor profundo, pero fatal,
Si te diría solo el rostro como aparece
A mi mirada - no pensarías más que es un genio infernal.

Cuando como un sueño de plata flota la rubia luna
A través del mar azul en los cielos, por las nubes somnolentas,
Cuand la noche es una reina lunateca y negra,
Cuando olas golpean a la orilla con las espumas frías,

Yo desde el palo negro cogo el arpa de cobre,
El arpa con el sonido turbio, temblante,
Arpa que llama los dolores de las piedras,
De las rocas aplastadas, de la ola enfurecida...

Y canto... De las olas sale algun rayo quebrantado
Y las piedras de la orilla parecen suspirar.
Por las nubes penetra un rayo lacio y tierno,
Un rayo de diamante, blanco como la nieve.

Y el rayo me ama, acaricia mi frente
Con su tierna luz - una música de sueño
Desde el aire, desde el mar, responde a mi canto,
Canto nacido de los cielos y del cruel abismo del mar.

Hacia el medio del aire, en la esfera de luz,
De mi frente se retira el rayo cristalino,
Ella toma un rostro, una forma, forma diáfana,
Ángel con alas blancas, blanco pálido como el mármol.

Y baja pálidamente por el camino de su rayo
Y baja lentamente, invocada por mi canto
Y ropas plateadas cubren sus miembros, en su pelo
Lleva flores azules, en su frente una estrella de fuego.

Yo me quedo asombrado y pálido... mi mano sin querer
Mueve temblando sobre las cuerdas de hierro,
Que busca mi alma en esa santa hora,
En vano pregunto a mi cerebro turbio.

¿ Quién será esa sombra de plata
Que viene a mi canto escuchando mi ruego,
Cuando provocadas por mi arpa responden miles de olas,
En noches cuando entiendo la escritura de las estrellas de fuego ?

Cantando a mi arpa salvaje y vibrante,
Puse en ella una parte de mi alma.
Es la mejor parte, la más pura, la más santa
Que en una noche blanca, sobre un rayo temblando
Dejó la madera podrida para volar hacia Dios.

Cuando la noche es cálida, lacia y negra,
Entonces la llamo del mar, la llamo de la luna
A esa parte amada de mi alma,
Y ella, viniendo por la noche como un rayo de sol
Baja sobre mi frente loca, soñadora,
Hasta convertirse en el rostro que siempre había soñado.

No es una fantasma loca y desierta,
Es un ser real, con pensamiento de mi pensamiento,
Desde un abismo de rayos yo le di cuerpo
Y mi corazón la llama, mi pensamiento la acaricia
Y el alma que tengo es también su alma.

Todo lo joven de mi pensamiento, todo lo dulce que canté,
Todo lo puro y lo infantil de mi canto
Se juntó en el mar del aire estéril
Con los rayos de la luna que se ponía a dormir,
Formando un ángel hermoso, juvenil.

Estás loco o lunático - murmura el viejo...
Es el sueño de la juventud, es sed por el amor.
Tu ángel es un rayo y su cuerpo una nube...
A tu canto responde un éco llorando
Y tu pueblas el mar con almas de rayos
Y llenas soñando de canto a las estrellas.

Toma una por una los palidos iconos,
Toma una por una olas, estrellas de fuego
Y todas son nada... cuando todas juntas
Pueden excitar en ti el sueño y el canto,
Tu mente puede estropear el tierno juego de los rayos,
Que se juntan en el aire, se quebrantan en las nubes,
Se reflejan en las olas espumantes, gemidoras.

- ¿ Y si sería así, qué me importa ? Incluso la locura
Es posible que metió sus ojos tremendos
En mi frente cansada, en el cerebro perdido
Y alrededor de mis ojos escribió como una fantasma,
Profundos y terribles, anchos círculos de plomo -
Sea así - yo no digo... Y sin embargo, la locura,
Como es, con el rostro dulce que me atrapó
Me gusta - como me gusta el sueño nevado por los rayos,
Como me gusta una sombra con reflejos de plata.
Tú piensas. El pensamiento con fríos rayos entra,
Golpea al rostro dulce creado por la fantasía
Y el rostro se vuelve pálido como una fantasma
Y en seguida al mirarlo, empieza confundirse
Con el lugar de donde viene, con las nubes o las ondas.
Pero yo... no soy así... A mi me gusta soñar.
Aunque sea solo un cuento, quiero que sea hermoso,
Ángel con ojos azules grandes, con el rostro luminoso...
Y perdono que desaparece al encender una vela.
Porque no la enciendo... al contrario... Como uno encantado por un sueño
Incluso despertado por el frío mantiene los ojos cerrados,
Para poder soñar adelante el sueño hermoso,
De la misma manera me olvido del mundo... estoy alegre
De poder prolongar todavía mi sueño radioso.
Si no correría el infiel... Oh, si se quedaría siempre
Para que yo refleje en él profundamente mi alma,
Para que acaricie sus sentidos con mi sueño feliz
Y en los ojos grandes y enfermos perder mi ser...
¡Si no escaparía!... pero corre... Corre como la luna llena
Intenta dificilmente inclinarse detrás de los árboles
Y corre y sube nuevamente sobre un rayo,
Perdiéndose en la ruina del castillo quebrantado...
Es mi alma palida, es mi alma llevado
Que deja al mundo, seducido por el cielo.

.............................................................................................

Oh, si moriría de una vez... Con mi cuerpo de plomo
Sentirme sucumbir frente a la muerte áspera,
Y el alma... una parte que quedó en mi
Que vuele hacia donde lo espera el amor en extasis,
Que vuele donde su parte joven, dulce, pálida
Flota entre las estrellas... y las estrellas emanan
Un cuerpo de rayos rubios... Porque flotaríamos juntos
Por las nubes lunáticas, por las estrellas sonantes,
Y nos deseríamos como el rayo desea a otro rayo,
Y brazo a brazo crean una luz hermosa.
Pero no es posible todavía... porque mi cuerpo de lodo,
Un esclavo pesado y frío - es pesado - pero astuto.

Me mantiene en el pecho enfermo... en el brazo todavía fuerte,
Cuando mi alma libre quiere arrojarse al mar
Para escapar de una vez de él...
En momentos como esos me doy miedo a mi mismo.
Oh, si sería una muerte, sin que yo me muera,
Yo la cogería entre mis brazos y la apretaría con anhelo.

El mago piensa profundamente y desarrolla en su mente
El destino del hombre que tenía delante.
Pobre, humilde había sido hace mucho en el mundo,
Pero su pensamiento poderoso apretaba su vida.

Esta cabeza triste y pálida quiere llevar una corona
Y hoy lleva encima un negro comanác.
Estos hombros quisieron llevar el destino del mundo
Y hoy son cubridos por andrajos y la rasa de shiac
Y esta cabeza que en almohadas hubiera dictado la muerte.

Hoy duerme en cama de andrajos, como almohada un saco,
Los pies heridos en las sandallas añoran
Salas de mármol, alfombra del trono.
Descalzo andaba en el pueblo, su mente llena de sueños
Y en sus largas miserias, sumergido como en el mar,
Soñaba que el mundo entero vendrá a él,
Que será coronado por el mundo entero.
Él reparte la corona entre reyes. - Y frente a reinas,
Amandoles, se arrodilla. Palacios levantó
A las mujeres que dedican su vida a los placeres,
Que bañan su cuerpo de nieve en su pelo negro.

Pero la hoja tornó... Con asco, náusea
Le pareció que el mundo es un juego de cartas.
Se retiró entonces en muros de monasterio
Sumergiendo su cabeza en el mundo de los libros santos.
En los muros una vela con llama delgada
Da luz a su celda oscurecida. Y por partes
Desconocidas al mundo su pensamiento errante
Recorre con alas orgullosas el sinfin entero.

En vano pone sobre el alma las pesadas cadenas
De pensamientos gigantescos, de altísimos rezos.
En vano cerró detrás de él la puerta del mundo,
Con sus sueños turbios, sus grandes vanidades;
Sobre el fuego del pensamiento virtió ceniza,
Pero bajo ella siguen ardiendo los carbonos que consumen.
Se borrará el sueño de la grandeza en su pensamiento
Solamente cuando sobre la piedra gris se vertirá tierra.

Entonces se aleja del claustro - y en orillas estériles de mar
Va para encontrar al silencio perdido,
Pero, ¡ ay ! ahí también le siguen los sueños amargos,
Porque el mundo con sus sueños sometieron su pensamiento.
Pero aquí la ensoñación es profunda y letal,
Porque aparece arriba en el aire con forma de mujer.
Pensamientos mundanos llenaban de otra manera su alma.
Él piensa en cualquier cosa, pero no en Dios.

Sobre la noche de su alma, secreta, fría, apagada,
Cayó lluvia de rayos con cielo sereno y blanco
Y su alma se llenó de nuevo de iconos encendidos,
Una aurora lo llena con su aire rosáceo.
Y se convierte en ángel, llorando por amor, blanco,
Del cielo cae lentamente una dulce estrella desprendida
Y en su corazón puede oír una dulce voz de plata
Como el sonido de una campana en medio de la noche.

El mago cambia el destino del monje !
"Es verdadero ese ser, tus sueños no te mienten,
Pero no es de este mundo... Es el alma de una muerta,
Que sin embargo yo puedo resuscitar.
Puedo derritarla en una forma de lodo,
El ideal etérico lo puedo coger en lodo,
Pero no está aquí. - Aquí no puede vivir;
Iremos al mundo donde ella sigue viviendo."