Carta de José Miguel Carrera al Supremo Director del Estado Chileno (15 de marzo de 1817)

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José Miguel Carrera al Supremo Director del Estado Chileno

15 de marzo de 1817

N° 3.- Reservado.

Excmo. señor: Apenas puse el pie en los Estados Unidos cuando me trasladé a Washington con el importante objeto de observar las miras políticas del gobierno, respectivamente a los pueblos insurreccionados de la América del Sur. No fue sin mucha complacencia de mi espíritu que encontré las más favorables disposiciones para salvar estos Estados, y servir de un poderoso contrapeso a la ambición de los que pretenden volverlos a su yugo. No deja en problemas esta verdad la respuesta que en enero del año pasado dio al embajador español el señor Monroe, ministro de Estado de la república. Los más recomendables miembros del congreso están firmemente persuadidos que pertenece a la gloria de este cuerpo declararse por protector de nuestra libertad y hacer que consigamos la fruición de los derechos a que somos destinados por la naturaleza. Sobre esta base sus esfuerzos son todos dirigidos a que los Estados se nos unan bajo un pacto de alianza el más estrecho y sólidamente establecido. A su juicio deben allí reunirse los enviados de los gobiernos del sur, con el saludable objeto de pedir el reconocimiento de nuestra independencia, manteniéndose a la inmediación del congreso durante sus sesiones, las que acabadas se separarán con dirección a los principales Estados a fin de inclinar los pueblos a favor de su causa. Si se desea un comprobante de estos sentimientos, yo puedo producir la exquisita diligencia con que aquel gobierno provoca a la España al teatro de la guerra sin malograr un lance que puede darle este apetecido resultado. La expedición marítima que ha venido a mi mando es una consecuencia de estos principios y de la opinión de aquel señor Presidente, que sin dominar el Pacifico no será fácil vencer los obstáculos que se oponen a la insurrección de Lima. En su cálculo entra que estas expediciones del Océano Pacifico sean costeadas por México, Santa Fe, Chile y aún Lima libre del cautiverio. Nada más justo como el que los de esta coalición, que se reúnen para el percibo del beneficio, lo hagan también para soportar sus cargas. Ha decretado aquel gobierno la colonización de las islas Marquesas y piensa poner allí una fuerza respetable en protección de su comercio. Este proyecto es uno de los que más nos conviene, según la política del tiempo para la redondez de nuestro sistema. Tal cual se presenta producirá tres efectos de grande interés, a saber: auxilios de guerra para los pueblos que se insurreccionen, asilo de nuestros corsarios y seguridad en el curso de nuestras operaciones mercantiles. Las fragatas de 44, la “Guerrera” y la “Macedonia”, estaban nombradas al efecto. La conducta de la corbeta española la “Diana”, con una goleta de guerra americana, ha entorpecido un poco la obra proyectada de la colonización, porque queriendo el Presidente Madison poner en el golfo de México una fuerza represora contra los españoles, mandó que la “Guerrera” saliese de pronto a la mar, a fin de unirse con otros buques menores que lo habían hecho de Nueva Orleans. Este momentáneo suceso no lo ha hecho variar a la fragata su primitivo destino, pues me ha asegurado que sería reemplazada dentro de un mes y volvería a reasumirlo. Soy de opinión que estos buques tocaran el Río de la Plata, así para examinar el estado de su comercio, como para reforzar sus tripulaciones.

Dios guarde V.E. muchos años.- Buenos Aires, Marzo 15 de 1817. Excmo. señor.

José M. de Carrera

Excmo. supremo director del Estado Chileno


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