Los intereses creados: Acto I, Cuadro segundo, Escena I

De Wikisource, la biblioteca libre.
Los intereses creados
Acto I: Cuadro segundo, Escena I
de Jacinto Benavente

Doña Sirena y Colombina saliendo del pabellón.
SIRENA.-¿No hay para perder el juicio, Colombina? ¡Que una dama se vea en trance tan afrentoso por gente baja y descomedida! ¿Cómo te atreviste a volver a mi presencia con tales razones?
COLOMBINA.-¿Y no habíais de saberlo?
SIRENA.-¡Morir me estaría mejor! ¿Y todos te dijeron lo mismo?
COLOMBINA.-Uno por uno, Como lo oísteis. . . El sastre, que no os enviará el vestido mientras no le paguéis todo lo adeudado.
SIRENA.-¡El insolente! ¡El salteador de caminos! ¡Cuando es él quien me debe todo su crédito en esta ciudad, que hasta emplearlo yo en el atavío de mi persona no supo lo que era vestir damas!
COLOMBINA.-Y los cocineros y los músicos y los criados todos dijeron lo mismo: que no servirían esta noche en la fiesta si no les pagáis por adelantado.
SIRENA.-¡Los sayones! ¡Los forajidos! ¡Cuándo se vio tanta insolencia en gente nacida para servirnos! ¿Es que ya no se paga más que con dinero? ¿Es que ya sólo se estima el dinero en el mundo? ¡Triste de la que se ve como yo, sin el amparo de un marido, ni de parientes, ni de allegados masculinos!. . . Que una mujer sola nada vale en el mundo, por noble y virtuosa que sea. ¡Oh,tiempos de perdición! ¡Tiempos del Apocalipsis! ¡El Anticristo debe ser llegado!
COLOMBINA.-Nunca os vi tan apocada. Os desconozco. De mayores apuros supisteis salir adelante.
SIRENA.-Eran otros tiempos, Colombina. Contaba yo entonces con mi juventud y con mi belleza como poderosos aliados. Príncipes y grandes señores rendíanse a mis plantas.
COLOMBINA.-En cambio, no sería tanta vuestra experiencia y conocimiento del mundo como ahora. Y en cuanto a vuestra belleza, nunca estuvo tan en su punto, podéis creerlo.
SIRENA.-¡Deja lisonjas! ¡Cuándo me vería yo de este modo si fuera la doña Sirena de mis veinte!
COLOMBINA.-¿Años queréis decir?
SIRENA.-PueS ¿qué pensaste? ¡Y qué diré de ti, que aún no los cumpliste y no sabes aprovecharlo! ¡Nunca lo creyera cuando al verme tan sola de criada te adopté por sobrina! ¡Si en vez de malograr tu juventud enamorándote de ese Arlequín, ese poeta que nada puede ofrecer sino versos y músicas, supieras emplearte mejor, no nos veríamos en tan triste caso!
COLOMBINA.-¿Qué queréis? Aún soy demasiado joven para resignarme a ser amada y no corresponder. Y si he de adiestrarme en hacer padecer por mi amor, necesito saber antes cómo se padece cuando se ama. Yo sabré desquitarme. Aún no cumplí los veinte años. No me créais con tan poco juicio que piense en casarme con Arlequín.
SIRENA.-No me fío de ti, que eres muy caprichosa y siempre te dejaste llevar de la fantasía. Pero pensemos en lo que ahora importa. ¿Qué haremos en tan gran apuro? No tardarán en acudir mis convidados, todos personas de calidad y de importancia, y entre ellas el señor Polichinela con su esposa y su hija, que por muchas razones me importan más que todos. Ya sabe a cómo frecuentan esta casa algunos Meros nobilísimos, pero, como yo, harto deslucidos en su nobleza, por falta de dinero. Para cualquiera de ellos, la hija del señor Polichinela, con su riquísima dote, y el gran caudal que ha de heredar a la muerte de su padre, puede ser un partido muy ventajoso. Muchos son los que la pretenden. En favor de todos ellos interpongo yo mi buena amistad con el señor Polichinela y su esposa. Cualquiera que sea el favorecido, yo sé que ha de corresponder con largueza a mis buenos oficios, que de todos me hice firmar una obligación para asegurarme. Ya no me quedan otros medios que estas mediaciones para reponer en algo mi patrimonio; si de camino algún rico comerciante o mercader se prendara de ti..., ¿quién sabe?... , aún podía ser esta casa lo que fue en otro tiempo. Pero si esta noche la insolencia de esa gente trasciende, si no puedo ofrecer la fiesta... ¡No quiero pensarlo ..., que será mi ruina!
COLOMBINA.-NO paséis cuidado Con qué agasajarlos no ha de faltar. Y en cuanto a músicos y a criados, el señor Arlequín, que por algo es poeta y para algo está enamorado de mi, sabrá improvisarlo todo. Él conoce a muchos truhanes de buen humor que han de prestarse a todo. Ya veréis, no faltará nada, y vuestros convidados dirán que no asistieron en su vida a tan maravillosa fiesta.
SIRENA.-¡ Ay, Colombina! Si eso fuera, ¡cuánto ganarías en mi afecto! Corre en busca de tu poeta... No hay que perder tiempo.
COLOMBINA .-¿Mi poeta? Del otro lado de estos jardines pasea, de seguro, aguardando una seña mía...
SIRENA.-NO será bien que asista a vuestra entrevista, que yo no debo rebajarme en solicitar tales favores tu cargo lo dejo. ¡Que nada falte para la fiesta, y yo sabré re-compensar a todos; que esta estre-chez angustiosa de ahora no puede durar siempre.. ., o no sería yo doña sirena!
COLOMBINA.-Todo se compondrá. Id descuidada. (Vase doña Sirena por el pabellón.)

<<< Parte anterior Título de esta parte Parte siguiente >>>
Cuadro segundo Acto I - Cuadro segundo, Escena I Escena II