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Y DE LAS ULTIMAS DISCUSIONES DEL CUERPO LEGISLATIVO

imprenta. No durmió tan completamente el ingenio humano, que guardase continuado silencio durante la carnicería y mortandad de tan gloriosas guerras. Por aquel tiempo M. de Chabeaubriand, y Madame de Stael, escribieron sus notables obras en el destierro. En todo este período de la revolución se profesó público culto, á veces sincero, otras hipócrita, al dogma de la soberanía nacional. Pero lo más esencial que es la libertad individual, los fueros de la conciencia, los de la razón y la independencia de las facultades humanas, padecieron duro martirio.


IV.


Llegamos á época de diversa índole, que es la de la restauración, y tras de un período breve de censura y otras restricciones, al momento, por decirlo así, clásico y casi decisivo en estas materias; á las discusiones de la ley de 1819.

Sobre el trono de Francia se sentaba un Rey, Luis XVIII, lleno de cordura, menos agriado que corregido por las revoluciones, y capaz de comprender las transacciones convenientes entre la libertad y la monarquía legítima. Del ministerio formaban parte el hábil y prudente M. Decazes; el guarda-sellos M. de Serres, de ánimo algo variable, pero acaso el primero entre los oradores de su época, y que era «la elocuencia misma», como se ha dicho de él en ocasión reciente; M. Louis, que aplicaba á la administración de la Hacienda las dotes de su ilustrado liberalismo. En las Cámaras ocupaban, además de los nombrados, el principal lugar M. Royer Collard, cuyas doctrinas y discursos, en aquellos dias escuchados con sumo respeto, gozan del especial privilegio de que, en vez de ir acabando el tiempo con su oportunidad y eficacia, no haya hecho, por el contrario, sino aumentar nuevo brillo á su grave y severa autoridad, de tal suerte que cada dia son más citados, consultados y enaltecidos. Pertenecía á otra escuela diversa Benjamín Constant, cuyas flaquezas de carácter y de conducta deslucían algún tanto el mérito de su saber é ingenio, y cuyos libros habíamos cerrado todos hace tiempo por parecemos sus verdades sobrado vulgares y conocidas; pero si llegan á verse demasiado olvidadas y desatendidas, volverá sin duda á recobrar la anterior boga, como por su talento lo merece, el autor de la comparación de la libertad