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NOTAS.

ciones hijas de su ingratitud y orgullo, que les hacen desear engañarse a sí mismos para lisonjearse de no deber su existencia y sus dotes al Señor, á quien aborrecen, como lo dan á conocer en otros pasajes del mismo poema, en que, no teniendo interés para propalarlas, lo confiesan ellos mismos.

Tampoco podían hablar en otro tono, cuando aquellas ficciones venían al caso, unos espíritus tan desesperados. Ni debe extrañarse que en ellas hablen los demonios como los verdaderos demonios, esto es, con la soberbia y la mentira en la boca. Había de ser, pues, muy mentecato el lector para escandalizarse de semejante lenguaje; y para el que estuviere en este caso, si con efecto se verifica, es para el que se destina esta nota, en que, una vez para todas, se le precave contra semejante necedad.

(2) Pág. 18, v. 1.—Aunque los Angeles, según la doctrina de la Iglesia Católica, son puros espíritus, Milton, lo supone también corporeos, porque sin esta ficción era imposible hacerlos figurar en una obra de imaginación cual es un poema épico.

(3) Pág. 25, v. 9.—Esta facultad de mudar de sexo es una nueva fábula adaptada á la naturaleza angélica, supuesta la anterior de hacerla corporea, que antes habían defendido como efectiva algunos cavilosos escolásticos, que dio lugar á sus cuestiones sobre los demonios incubos y súcubos, y que Milton no ha hecho otra cosa que reproducir y adornar.

LIBRO SEGUNDO.

(1) Pág. 51, v. 12.—La Escritura está llena de pasajes que indican esta especie de monarquía establecida entre los espíritus malignos, como también que Satanás es el que la obtiene, y que hay entre ellos aquella especie de jerarquia y de subordinación compatibles con su naturaleza y con las circunstancias en que se hallan, bastando para probarlo las siguientes