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Página:Revista de España (Tomo I).djvu/214

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EPISODIOS

España en las suyas de la Edad Media, y qué sin embargo D. Luis Felipe de Orleans asoldó con tino para la toma y ocupación de Argel, aprovechándose después de la oportunidad para endosárnosla en su provecho y á nuestro favor.

Mandaba aquella legión un capitán excelente, y cual convenia, más rígido que la ordenanza y tan valiente como el más atrevido entre los suyos. Le secundaban jefes y oficiales bizarrísimos, soldados de fortuna y gente sin ella, venidos á las armas por amor á las armas y á las alegrías de la guerra, al paso que amantes de la gloria tan en abstracto, que como dejo dicho no localizaban sus triunfos en la patria ni en la bandera....: eran estos, actos propiciatorios hacia una idea humana sintetizada en el grito de libertad.

La tropa, militarmente hablando, era hermosa, ágil, robusta, granada, retinta por el sol y bigotuda; pero esta primera impresión favorable se desvanecía mucho al descomponerse la formación.

Diré por qué.

Siempre que se nos presenta una colectividad compacta, y por consiguiente vigorosa, sea esta social, política ó militar, nos ocurre con respeto lo alto que estará el principio de autoridad moralizadora que la rige y que así suma en una voluntad tantas voluntades, y en una idea tanta fuerza para la realización de un objeto.

Pero si tal sucede con las agregaciones políticas ó con las colectividades sociales, más especialmente se verifica en presencia de las masas militares, donde la unidad colectiva, la unidad táctica, la unidad de combate, de triunfo y de gloria en su estado de perfección, significa disciplina y nada más que ciega disciplina.

Pues bueno, al descomponerse aquella formación, cada legionario, exceptuando los aguados, era un borracho perdido, amen de que tuviesen todos otros defectos capitales, propios de quienes fueran hez de todas las civilizaciones, y aquí está el busilis de lo que voy á contar.

Como empecé diciendo, en 1836 á mediados de este año, la legión argelina recien llegada á España, tomó puesto en la línea de Zubiri y guarnecía los pueblos de Larrasoaña, Zabaldica y Aquerreta, situados sobre la zona del Arga.

Larrasoaña, Aquerreta y Zabaldica distan uno de otro lo que Madrid de Carabanchel de arriba, y este del de abajo, con la diferencia de que las tres poblaciones navarras caben en uno de los Carabancheles, y así es que no podemos decir que aquellos