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Página:Daany Beédxe.djvu/18

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aprendido a agradecerle a los dioses tutelares, los bienes y venturas que les prodigaban. Sus padres como todo el pueblo eran profundamente religiosos. Junto al corredor de la casa, estaba la cocina, en el centro estaba el fogón, con sus tres grandes piedras, que simbolizaban el centro del hogar. En el fondo del patio, estaba el baño de temazcal, que además de cumplir con rituales, se usaba con fines medicinales y de higiene; pues era una costumbre milenaria, que estaba muy arraigada en la vida cotidiana del pueblo. Finalmente, también en el fondo del solar, estaba el taller de cerámica y el granero.

Así pasaron los primeros años de infancia de Águila Nocturna. Pero llegó el momento de ir a La Casa de los Jóvenes, la institución donde daba inicio la educación de los niños y adolescentes; ahí se les capacitaba para adquirir los conocimientos básicos para llegar a ser "ciudadano". Su asistencia era obligatoria y los gastos eran cubiertos por los propios maestros y alumnos.

Existía una escuela para mujeres y otra para hombres; y en La Casa del Canto, participaban de manera conjunta. Ahí se les enseñaba todo lo referente a las artes, pues según los Viejos Abuelos, la razón de la existencia se aprendía con la sabiduría que Los Viejos Abuelos llamaban "Flor y Canto", entendida como sabiduría y belleza.

Para realizar la ceremonia de recepción, Garra de Jaguar invitó a los abuelos, padrinos, tíos y primos de su amado cachorro. Después de quemar incienso y rezar a los dioses tutelares, toda la concurrencia se reunió en el patio trasero, que había sido acondicionado para la fiesta. Garra de Jaguar y Flor Menudita flanqueados por los abuelos se sentaron en la parte Poniente del patio y en la parte Oriente, se sentó Águila Nocturna acompañado de sus padrinos. Los parientes de la madre se ubicaron en la parte Sur y los del padre en la parte Norte. En el patio se habían instalado enramadas, con olorosas flores del campo, que con el aroma del incienso quemado producían una atmósfera mística y espiritual. Fue entonces cuando Garra de Jaguar inició su discurso:

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