así hemos venido a abrirnos,
así hemos venido a conocernos
sobre la tierra.
sólo a pulir la piedra preciosa,
sólo como águila y jaguar en batalla florida,
así hemos venido a esculpir un rostro propio,
así hemos venido a forjar un corazón verdadero,
sobre la tierra, corazón firme como la piedra."
Un haz de luz le inundó el cuerpo. Como un bálsamo, ese poema lo serenó y aplacó su corazón. Cerró los ojos, tomó una bocanada de aire fresco y se sentó a esperar al anciano. Estaba pensando en que haría cuando lo viera y al detener sus pensamientos, se dio cuenta que Luz de Noche había estado ahí, casi enfrente de él, pero su absoluta inmovilidad y el color verde de su capa, lo hicieron invisible para los ojos de Águila Nocturna y el tumulto de su corazón.
—Veo que eres fiel a tu destino— dijo el anciano. Águila Nocturna rápidamente se incorporó, se postró a los pies del Maestro. Luz de la Noche, lo tomo de las manos y lo levantó inmediatamente y le dijo:
—Un Guerrero del Señor de los Dardos de Fuego, un valiente de la batalla florida; jamás se inclina ante ningún mortal. Los guerreros solo se inclinan ante el Señor del Cerca y del Junto, ante el Impalpable e Invisible, aquel que se inventa así mismo. Nunca jamás, ante hombre alguno. No lo olvides. Caminaron hasta la entrada y empezaron a bajar por las grandes escaleras del cenote sagrado.
—Nuestra Hermandad comprende —siguió diciendo el anciano—, que si bien tú no eres uno de los nuestros; también no eres un hombre común. Seguramente vienes de lejanas tierras y estás cumpliendo un designio del Poder o una prueba de conocimiento. Sea cual fuera tu destino, La Hermandad ha decidido apoyarte en el cumplimiento de tú compromiso.