el animal tiraba su dentellar asesino; con fuerza inaudita jalaba a su presa, a las partes profundas del agua. El ataque sorpresivo era tan veloz y con tanta fuerza, que nada se podía hacer cuando un hombre era atrapado por uno de estos feroces animales.
El manglar y los pantanos eran tan extensos y la marcha tan lenta y cansada, que los exploradores tardaron diez días en llegar a la tierra firme. Fueron días de grandes sufrimientos, pues la tensión y el desgaste de la jornada, no se podía recuperar por la noche. Los mosquitos y los insectos hacían imposible el descanso, además de que cierta noche uno de los exploradores se despertó al sentir una gigantesca víbora en torno a su cuerpo, que lo tenía completamente atrapado y lo estaba asfixiando, apretaba sus anillos con tal fuerza, que sus compañeros apenas pudieron cortar a tiempo en pedazos al animal, para liberarlo, pues aún muerta la serpiente, sus anillos apretaban por sí mismos.
Por fin llegaron los exploradores a las Selvas del Sur, los manglares y pantanos habían quedado atrás. La vegetación era tupida, grandes árboles impedían la entrada de la luz. Un cielo verde y amenazante los cubría.
Jaguar Despertado se dirigía hacia el Sur. Por las noches, trepaban a los árboles, para desde sus copas ver a las estrellas y poder orientarse. En sus bastimentos siempre había agua y comida, pues en aquellas selvas húmedas no faltaban.
Caminaban en la espesura, cuando escucharon el ruido de agua al correr. Se acercaron buscando el riachuelo que pasaba en medio de una pequeña cañada. Estaban descansando al lado de unas grandes piedras, cuando Águila Nocturna que estaba de vigía, vio que entre la maleza algo se movía veloz en dirección a uno de los compañeros que estaba llenando su guaje de agua en el arroyo.
Inmediatamente templo su arco y disparó una certera flecha que detuvo la carrera de un enorme jabalí, que al sentirse herido empezó a chillar de manera estridente. Cuando el grupo se estaba percatando de