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con cubiertos de oro macizo guarnecido de piedras preciosas, que les regalaron los padres de la recién nacida. Cuando los invitados habían ocupado sus sitios correspondientes alrededor de la mesa, presentóse
en la sala una Hada viejísima, a quien, por creerla muerta, no se le había enviado invitación. Los reyes la colocaron en lugar preferente; pero, no