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Parte oficial de la batalla de Junín

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Parte oficial de la batalla de Junín.

El ejército libertador, reunido en las cercanías del mineral de Pasco, emprendió sus operaciones el 2 del corriente, á tiempo que el enemigo, erguido por sus anteriores sucesos dejó en los primeros dias de este mes sus acantonamientos de Jauja y Tarma para buscarnos. Miéntras que el ejército español marchaba por el camino de Reyes, el Ejército Unido se movia por la derecha del rio de Jauja, con el objeto de tomarlo por la espalda. En la segunda jornada se recibieron los primeros partes de la marcha del enemigo, y no obstante se continuó la nuestra por la misma ruta que llevábamos, con la mira de interponernos en caso de que contramarchase, informado de nuestra direccion. S. E. el Libertador supo ayer en Conocancha que todas las fuerzas españolas, compuestas de ocho batallones, nueve escuadrones y nueve piezas de campaña, al mando del General Canterac, se hallaban en Carhuamayo. S. E. dispuso hacer una marcha forzada y directa á Reyes, donde los enemigos debian tocar en su retirada, pensando celebrar hoy el aniversario de Boyacá con la libertad del Perú, porque S. E. contaba con dar una batalla, puesto que el enemigo la procuraba. Por precipitado que fué nuestro movimiento, no pudimos lograr esta ventaja ni satisfacer los deseos del ejército: los españoles habian vuelto sobre sus pasos con una velocidad indecible. Al llegar á la altura que domina estas llanuras, observó el Libertador que el ejército enemigo seguía rápidamente para Tarma, áun estando nuestra infantería distante dos leguas del campo de Junin. En consecuencia, trató de retardarles la marcha presentándoles algunos cuerpos de caballería. Siete escuadrones mandados inmediatamente por el intrépido General Necochea, Comandante General de la caballería, se adelantaron á las 5 de la tarde al trote hasta la llanura, donde estaba el enemigo.

El General Canterac, confiado en la superioridad de su caballería, ó bien obligado á batirse por no ser desordenado en su retirada, formó tres cuerpos, y por una brillante maniobra cargó al galope la nuestra por el frente y por el flanco izquierdo. Aunque inferiores en número ó impedidos por la naturaleza del terreno para desplegar, nuestra caballería resistió la carga con el mayor denuedo. El choque de estos dos cuerpos fué terrible, porque ámbos estaban satisfechos de su bizarría, ámbos empezaron á acuchillarse, y por el momento ellos arrollaron algunos de nuestos escuadrones, á tiempo que los Granaderos de Colombia, que formaban la cabeza de la columna y estaban en batalla, estimulados por el heróico ejemplo de su Comandante accidental, Mayor Felipe Brann, rompieron la izquierda del enemigo. Los Húsares de Colombia, al mando de su Coronel Laurencio Silva, y el primer Regimiento del Perú, á las del señor General Miller, sostuvieron el centro y la derecha.

El enemigo empezó á desordenarse, y los nuestros lo cargaron y lo acuchillaban por todas partes. Sus escuadrones, que poco ántes contaban ufanos con destruirnos, dispersos por una inmensa llanura, ofrecían la más completa idea del desórden.

La caballería española fué destrozada y perseguida hasta las mismas masas de su infantería, que durante el combate estuvo en inaccion y se puso en completa fuga. La pérdida del enemigo ha sido la de dos jefes, doce oficiales y doscientos cuarenta y cinco hombres de tropa, ochenta prisioneros, más de cuatrocientos caballos ensillados, la mayor parte de sus armas, muchos dispersos y gran número de heridos.

La nuestra ha consistido en cuarenta y cinco muertos y noventa y nueve heridos; entre los primeros el Capitan Urbina, de Granaderos de Colombia, el Teniente Cortés, del primer escuadron del Perú, y el Sargento mayor Lizarraga, Edecan del señor General Miller: de los segundos, el señor General Necochea, el Comandante Sowersby, Capitan Várgas y Alférez Rodríguez, del regimiento del Perú, el Alférez Ferrer, de Granaderos de Colombia, el Teniente Allende, de Granaderos de los Andes, y el Capitan Peraza, Teniente Tapia y Alférez Lanza, de Húsares de Colombia.

Toda la caballería enemiga ha quedado reducida á un tercio de su fuerza, y su infantería fugitiva ha sufrido mucha dispersion, dejando en su tránsito algun armamento y varios útiles.

Ayer debió ser completamente destruido el ejército español, si una tan larga como penosa jornada no hubiera privado á nuestra infantería de llegar á tiempo para completar la más brillante victoria, y si la noche, caminos difíciles y un terreno desconocido, no impidiesen haberlo perseguido.

Tal ha sido el primer suceso de la campaña: algunos de nuestros escuadrones solamente, han destruido la orgullosa caballería española y toda la moral de su ejército.

S. E. el Libertador, testigo del valor heróico de los bravos que se distinguiron en el dia de ayer, recomienda á la admiracion de la América al señor General Necochea, que se arrojó á las filas enemigas con una impetuosidad heróica, hasta recibir siete heridas, al señor General Miller, quo con el primer regimiento del Perú flanqueó al enemigo con mucha habilidad y denuedo: al señor Coronel Carvajal, que con su lanza dió muerte á muchos enemigos: al señor Coronel Silva, que en medio de la confusion del combate rehizo parte de su cuerpo, que estaba en desórden, y rechazó los escuadrones que lo envolvían: al señor Coronel Bruix, que con el Capitan Pringles, algunos oficiales y Granaderos de los Andes, se mantuvo firme en medio de los peligros: al Comandante del primer escuadron del regimiento de caballería de línea del Perú, Suárez, que condujo su cuerpo con la destreza y resolucion que honrarán siempre á los bravos del Perú: al Comandante Sowersby, del segundo escuadron, que gravemente enfermo, se arrojó á las lanzas enemigas hasta recibir una herida: al comandante Blanco, del tercer escuadron: al Mayor Olavarría y al Capitan Allende, del primer escuadron del mismo regimiento: al bravo Comandante Medina, Edecan de S. E.: al Capitan Camacaro, de Húsares de Colombia, que con su compañía tomó la espalda de los escuadrones enemigos y les cortó el vuelo de su instantáneo triunfo: á los Capitanes Escobar y Sandoval, de Granaderos; y á los Capitanes Jiménez y Peraza, de Húsares de Colombia: á los Tenientes Segovia y Tapia, y Alférez Lanza, que con el Mayor Braun persiguieron los escuadrones enemigos hasta su infantería.

Seria, en fin, necesario nombrar á todos nuestros bravos de caballería, si hubiésemos de mencionar á los que se distinguieron en este combate memorable, que ha decidido ya de la suerte del Perú.

Razon de los muertos y heridos en el combate.

Muertos (Ofics. -- Tropa.)/ Heridos. (Ofics. -- Tropa.)

  • Granaderos de Colombia (1--12) / (1--26)
  • Idem de los Andes (0--8) / (1--16)
  • Húsares de Colombia (0--2) / (3--6)
  • Primer regimiento del Perú (1--20) / (3--43)
  • Un Edecan del General Miller (1--0) / (0-00)
  • Total (3--42) 7 (8--91)

Cuartel General en Reyes, á 7 de Agosto de 1824.

Andres De Santa Cruz.