Protesta diplomática de la Argentina por la ocupación de las Malvinas en 1833
Protesta que dirigió al Gobierno de S. M. Fi., el Ministro Plenipotenciario de la República Argentina cerca de la Córte de S. James, el Dr. D. Manuel Moreno, sobre el procedímiento de aquel Gobierno, arrogándose la soberanía y posesion de las Islas Malvinas.
El infrascripto, Ministro Plenipotenciario de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, tiene el honor de dirigirle á S. E. el Vizconde Palmerston, primer secretario de Estado, para los negocios estrangeros, la presente memoria y protesta sobre el procedimiento de S. M. B., arrogándose la soberanía y posesion de las Islas Malvinas, llamadas por otros, Islas de Falkland, y despojando por la fuerza á dichas Provincias Unidas de parte de su territorio y dominio.
Antes de recurrir á este medio para defender los derechos y carácter de su Gobierno, como es de su especial deber y obligacion, el infrascripto habia pedido al Ministerio de S. M. B. en 24 de Abril, se sirviese informarle si el Gobierno de S. M. habiá ordenado el desalojo de la guarnicion de Buenos Aires en las Islas Malvinas, que se pretendia haber sido hecho por el capitan Orislow, de la corbeta de S. M. Clio, y si habia autorizado ó reconocía la declaracion que igualmente se pretendia haber hecho dicho oficial, sobre el dominio de aquellas posesiones, pues á la llegada de la correspondencia de Buenos Aires, de data 14 de Enero, se divulgaba por noticias privadas que fueron repetidas en los diarios de Lóndres, que la guarnicion y colonos de las Provincias Unidas en las Islas Malvinas, igualmente que la goleta de guerra Sarandí, estacionada en aquel dominio de la República, habian sido obligados á retirarse, por intimacion de dicho capitan Orislow de la corbeta de S. M. Clio, y que este oficial, desalojando por la fuerza la dicha guarnicion y colonos, habia declarado que iba á tomar y tomaba posesion de las islas á nombre de S. M. B., no obstante la discusion pendiente.
Éste esclarecimiento era tanto mas necesario, cuanto que el Gobierno de las Provincias Unidas, no habia recibido en aquella fecha anuncio alguno ó notificacion de este suceso tan original como imprevisto, sin lo que le daba el hecho mismo de la llegada á Buenos Aires el 15 del citado Enero, de su guarnicion y súbditos espedidos de esta manera sorprendente; ni su legacion en esta córte tenia otra idea de las intenciones del Gobierno de S. M. respecto de las Islas Malvinas, que la que un jefe de este Departamento de Negocios Estrangeros le habia dado verbalmente, indicándole que se iban á espedir instrucciones sobre la discusion, al nuevo Ministro Mr. Hamilthon, que está nombrado para Buenos Aires, pero que todavía no se ha separado de Paris.
Entonces declaró S. E. el vizconde de Palmerston en respuesta del 27 del referido mes de Abril, que los procedimientos del comandante de la Clio tuvieron lugar en consecuencia de las instrucciones dadas por el Gobierno de S. M. al Almirante Baker, que últimamente mandaba en Gefe la estacion en la América del Sur; que este Almirante tuvo órden de enviar un buque «de guerra álas Islas Malvinas para ejercer allí antiguos é incontestables derechos que, (segun S. E.) corresponden á S. M. y obrar en aquel parage como en una posesion que pertenece « á la Gran Bretaña, y por consiguiente en caso de encontrar en aquellas Islas algunas personas estrangeras, ó fuerza militar que no reconociese la soberanía de S. M., el comandante del buque de guerra debia pedir á tales personas, ó á tal fuerza militar que se retirasen, y facilitarles los medios de hacerlo asi.
Esta nota de S. E. el Vizconde de Palmerston concluye espresando que dichas instrucciones hnbian sido hechas saber por el Almirante Baker á la legacion de S. M. en Buenos Ayres.
Sin embargo, si este conocimiento trasmitido á la Legacion deS. M., era para que llegase al Gobierno de Buenos Aires, á fin de que no lo sorprendiese el despojo que se meditaba practicar, como es asi de suponer en la amistad que reina entre los dos Gobiernos y por la deferencia usual entre poderes soberanos, es bien doloroso observar que la Legacion Británica no lo ha comprendido de este modo, pues de'nada lia informado. Mas: ha olvidado absolutamente ó negado que hubiese tenido cosa alguna que participar en la materia. Por la correspondencia recibida en el mes de Mayo, consta que en 16 de Enero, dos dias despues del retorno de la guarnicion al puerto de la Capital, ocurrió el Ministro de Relaciones Esteriores de la República al Encargado de Negocios de S. M. diciéndole oficialmente que, se acababa de saber que el comandante de la corbeta Clio, habia ocupado la Isla de la Soledad de Malvinas, enarbolando el pabellon inglés donde flameaba el de la República Argentina: que este inesperado suceso habia conmovido altamente los sentimientos del Gobierno de Buenos Aires, y aunque no encontraba cosa alguna que pudiese conestarlo, sin embargo, considerando que el Encargado de Negocios á quien se dirigia debia hallarse instruido sobre una disposicion que comprometía los respetos y derechos de la República, le pedia las esplicaciones competentes.
La contestacion del Encargado de Negocios de S. M. fué terminante (en nota de 17 de Enero de 1833) que no habia recibido instrucciones de su Corte para hacer comunicacion algima al Gobierno de Buenos Aires sobre aquel asunto.
Careciendo de toda esplícacion anterior á la consumacion del despojo, el Gobierno de Buenos Aires procedió á calificar el suceso por las disposiciones de los oficiales espedidos, y resultó que el dos de Enero de 1833 se habia presentado en Puerto Luis de la Soledad de Malvinas la corbeta de S. M Clio, comandante J. T. Orislow, quien a las tres de la tarde de aquel dia pasó á bordo de la goleta de guerra Sarandí, é intimó á su comandante que venia á tomar posesion de las Malvinas, como pertenecientes á la corona de S. M.: que tenia órdenes positivas de izar allí la bandera inglesa dentro de veinte y cuatro horas, como lo habia hecho ya en otro puerto de las Islas, y pedia perentoriamente que al siguiente dia se abatiese la bandera de la República en tierra. (Jue el comandante de la Sarandi rehusó tal demanda, y protestó contra la violacion de los derechos de la República, no cediendo sinoá la fuerza superior ; y prohibiendo á los habitantes de tierra que bajasen la bandera argentina : pero que á las nueve de la mañana del siguiente dia, tres botes armados con marineros y soldados de la Clio desembarcaron en Puerto Luis, y colocando un palo eu la habitacion de un inglés á alguna distancia de la casa de la Comandancia, izaron la bandera inglesa, y de allí pasaron á abatir por sus manos la bandera de la República que todavía llameaba.
Para metodizar la cuestion que se renueva de este modo sobre el dominio soberano de las Malvinas, es preciso dividirla historia de estas Islas en tres partes distintas.
I.a Su descubrimiento primitivo ó simultáneo por varias naciones de Europa.
2.a Su ocupacion formal desde 1764 hasta 1774, y disputa entre España é Inglaterra.
3.a Su estado despues de la terminacion de esta disputa, y bajo qué soberanía han existido sin competencia alguna hasta el dia ó el espacio de los últimos sesenta años.
Asi debe arribarse necesariamente á esta proposicion : ¿la corona de la tiran Bretaña ha sido y es soberana de las Islas Malvinas? ¿Lo han sido y lo son las Provincias de Rio de la Plata?
Esta historia es una de las mas sencillas y auténticas; y con todo, sea por tocar á unos tiempos en que reinaba la manía de descubrir tierras remotas y desiertas; sea por la lasitud de principios y de las formas que se usaban para adquirir dominios nuevos, cuando el Código de las naciones se hallaba aun en una condicion imperfecta; ó sea que el vivo interés, aunque efímero de una disputa antigua haya dejado algunas tradiciones erróneas, ó prevenciones nacionales, la materia se ha confundido alguna vez de un modo bien estraordinario, contra todo lo que debia esperarse á vista de documentos públicos de bastante solemnidad y fáciles de ser consultados.
Aun se ha llegado á equivocar la geografía y se ha hablado del Puerto de la Cruzada ó Puerto Egmont, creyendo comprender al puerto Luis ó puerto de la Soledad, y tomando parte de aquellas islas y no la mayor por el todo ó el conjunto de ellas.
Se ha alegado algunas ocasiones que, la primer visita de un pais antes ignorado, fuese accidental ó de intento, por gente civilizada ó cristiana, daba un título de señorio y preferencia sobre él para observarlo en beneficio de la nacion de que eran súbditos los navegantes, ó personas que figuradamente se llamaban sus primeros descubridores.
Este modo de apoderarse de una tierra con la simple visita, era tan vago, tan poco razonable, y tan sujeto á disputas interminables, siendo casi siempre imposible establecer cual era la primera visita (pues resultaban iguales pretensiones por parte de diversos poderes) que, justamente no se cuenta ya como título de dominio; y aunque se le quiso quitar la incertidumbre á que estaba sujeto, practicando ciertos actos que se llamaban actos de posesion, ó formas de la toma de posesion, como la ceremonia de desembarcar con soldados, izar el pabellon nacional, levantar cruces y dejar otros signos, los mismos inconvenientes ó incertidumbre continuaban, concluyéndose por un acuerdo que puede llamarse universal y mas conforme con los principios de razon y de filosofía, que para fundar un dominio no basta el acto fortuito del descubrimiento, ni una posesion simultánea, sino un quieto y formal establecimiento que envuelva habitacion y cultivo. Por eso un publicista moderno, dice: El simple hecho de haber sido el primero en descubrir ó visitar una isla abandonada, despues parece insuficiente, aun cun el concepto de las naciones, cuando no se han dejado vestigios permanentes de posesion y de voluntad y no es sin fundamento que se ha disputado á menudo contra las naciones, como entre los filósofos, si las cruces, los postes, las inscripciones, etc., bastan para adquirir y conservar el dominio esclusivo de un pais que no se cultiva, (Dr. Martens, Precis du Droit des gens moderne de 1' Europe.)
Pío es pues, de mucha consecuencia en averiguar en el dia cual fué la primera nacion que descubrió las Islas Malvinas, llamadas asi por los franceses y españoles y Falkland por los ingleses, Sabal y dibel de Vert por los holandeses y Pepeyo por otros; porque el solo descubrimiento y el nombre nada deciden y nada prueban de la soberanía y posesion de aquellas tierras.
Mas si este punto hubiese de interesar de algun modo y si hay algunos datos para sacarlo de la oscuridad en que se encuentra, las probabilidades todas se hallan porque los españoles fueron los primeros descubridores.
Es innegable que Fernando Magallanes, al servicio de España, que dió su nombre á los estrechos que terminan el Continente Sud Americano y lo dividen de la Tierra del Fuego, fue el primer navegante que visitó aquellas regiones en Octubre de 1520, mucho antes que se hubiese descubierto el Rio de la Plata, y cuando apenas hacía 27 años del descubrimiento del Nuevo Mundo por Colon. Magallanes debió ver las Islas Malvinas y sin duda no escusaria las ceremonias conducentes, segun el uso de aquel tiempo, y tan practicadas por sus socios en empresas de aquella clase, para contarlas como fruto de sus trabajos en lauro de su soberano. Ocho años despues penetró en el estrecho el español Loiza á que siguieron los navegantes de la misma, Aleazabaen 1535, Villalobos en 1549 y otros.
Por mas de un siglo la navegacion al Pacifico se hizo por los estrechos, y esta navegacion que estaba enteramente en poder de España, como que era la dueña esclusiva de Chile y el Perú, debió dar frecuentes oportunidades á sus marinos de explorar las referidas Islas que se hallaban situadas en la ruta.
Sir Francisco Drake, al servicio de Inglaterra entró en los Estrechos en 1578:á él se ha atribuido el descubrimiento del Cabo de Hornos, y pudo tambien haber avistado las Malvinas. Sus observaciones, sin embargo, dejaron tanta incertidumbres, que 19.'} años despues el célebre capitan Cook, en su segundo viaje de exploracion por el año 171 4, aun no tenia una idea exacta de la configuracion del Cabo, ú ignoraba si este formaba parte dela Tierra del Fuego.
La opinion general se ha pronunciado por que Jacobo La Maire al servicio de la República de Holanda, fué el verdadero descubridor del Cabo de Hornos. Su viaje tuvo lugar en 1616.
Si los escritores ingleses han querido fijar en Davies, compañero de Cavendish, el descubrimiento fortuito y sin consecuencias de las Islas Malvinas en 1592, en tiempo de la Reina Isabel, y notan que dos años despues las visitó sir Richard Hamkiens, y les dió el nombre de Maidenland en honor de su soberano: tampoco se puede negar que este acto fué tan pasagero que en 1598 los Estados de Holanda creyeron haberla descubierto de nuevo, y les dieron el nombre de Islas de Sabal de West en memoria del Almirante de aquella espedicion.
La Francia tambien ha disputado corresponderle este primer descubrimiento, por varios buques que despachó desde el puerto de Saint Maló en los años de 1700 á 1708, y que visitaron de intento aquellas Islas. Estos viajes les procuraron el nombre de Malvinas, que han conservado con generalidad en todas las cartas que no son inglesas, y no cabe ninguna duda en que los franceses fueron los que fundaron el primer establecimiento Europeo en ellas y que las habitaron y poseyeron formalmente.
Resta notar dos opiniones sobre el primer descubrimiento, que parecen de alguna fuerza. La primera es de Monsieur Buogauville, jefe de la colonia francesa en Malvinas, que dice en la relacion impresa de su segundo viaje á ellas. Creo que el primer descubrimiento solo punh1 atribuirse al famoso Ame rico Vespucio, el cual en el tercer viaje que hizo para el descubrimiento de América, recorrió en Io02 la costa del Norte de ellas. Cierto es que no supo si hacían parte de una Isla ó del continente , pero por la ruta que siguió, por la latitud á que llegó, y aun por la descripcion que hace de la Isla, se viene fácilmente en conocimiento que era la de Malvinas.
La otra es la que emite la crónica naval Británica de 1809, diciendo que: aunque se ha atribuido á Davies el descubrimiento de las Malvinas, es muy probable que fuesen vistas por Magallanes, y otros que le siguieron.
Terminando aquí la controversia, es decir, si ninguna Nacion pudiese mostrar otros títulos á las Malvinas que el primer descubrimiento sin posesion actual, la España durante aquel periodo seria la única que pudiese justificar alguna aspiracion, considerándolas como puntos accesorios al continente, y de condusencia inmediata ásu seguridad, porque en ella era mas razonable adjudicarse los puntos adyacentes ásus costas americanas que en otro poder, separados por tres mil leguas de mar. Al menos hasta allí las Malvinas podian ser miradas como sin dueño ser mulluis.
Se infiere, además (te lo dicho, que no hay ninguna prueba positiva y satisfactoria de que los navegantes ingleses hubiesen sido los primeros que descubrieron aquellas Islas.
Habiendo llenado el primer punto de este exámen, el descubrimiento positivo de las Islas Malvinas, sin ocupacion, por varias naciones de Europa, debemos pasar al segundo, á saber: su ocupuion formal desde 1764 hasta 1774 y disputa entre España é Inglaterra. De un título dudoso y cuestionable, el de primer descubrimiento pasamos a un titulo real, ó á un titulo firme, y aquí resulta de una manera auténtica que el primer establecimiento europeo y la primera posesion, fué de los franceses.
Monar de Bougainville, coronel de infantería y capitan de navio de la marina de Francia, fué el primer fundador de una colonia en aquellas Islas, con permiso y bajo la sancion de Luis XV. Salió de Saint Maló el 15 de Setiembre de 1763 y arribó á las Islas el 3 de Febrero de 1764, hallándolas sin habitante alguno y sin vestigios de haber sido jamás cultivadas. El 17 de Marzo habiendo hecho construir casa para sus colonos, un almacen y un pequeño fuerte en la Isla del Este, que se llamó despues Puerto Luis ó puerto de la Soledad de las Malvinas, por esta colonia de Saint Maló levantó un obelisco en que enterró un medallon con la efigie de su soberano, y una inscripcion que recordaba aquel suceso. (C) Volvió á Francia para buscar auxilios á la empresa que habia verificado: visitó á principios de 1765 otra vez aquella Colonia que continuaba sin molestia; y últimamente fué encargado por su corte de entregarla á España, como lo verificó en su tercer viage á Malvinas en 1767. Los detalles de todas estas circunstancias constan de la obra de aquel oficial titulada: Voy age au tour du monde par la fregate du roí La Boudouse et la Hutel I'Evile, en 1766, t767, t768, t769. Paris 1771.
La España que se habia quejado de aquel establecimiento en Malvinas y que lo miraba como intruso respetó sin embargo la posesion y el título de primer ocupante (favor posesionum) que tenia el gobierno francés ; y no negoció la entrega de la Colonia que habia planteado Mr. Bougainville sino mediante el pago de una suma considerable que entregó como precio de eUa, segun el instrumento de recibo firmado por el mismo Mr. Bougainville en 4 de Octubre de 1766.
Por este instrumento declara Mr. de Bougainville haber recibido de España 618,108 Ibrs., 13 sueldos y once dineros por los gastos incurridos por la compañía de Saint Maló, para fundar sus establecimientos en Malvinas, y es de notar, que mas de la mitad de esta suma, ó 65,625 pesos, la recibió en letras que se pagaron por la tesorería de Buenos Aires.
Entre tanto, en Inglaterra, donde al parecer nada se sabia de aquella colonia francesa, se enviaba al comodoro Biron en 1765, ó un año despues de establecido el Puerto Luis, para que tomase las Islas á nombre de la corona de S. M. B.; y este oficial no hizo mas sinó repetir las ceremonias de pretendida posesion en puerto Egmont. En 1766 le sucedió el capitan Malcride con alguna fuerza militar, con la cual descendió en dicho puerto, y construyó un fuerte. Es demasiado claro que la llegada á una de las Malvinas de esta espedicion del capitan Malcride, es la época en que empezó la espedicion Británica, y que ella es posterior á la ocupacion francesa. En otros términos, los franceses se habian anticipado dos años al establecimiento inglés, no con banderas y con salvas, sinó con habitantes, con verdadero cultivo y constituciones. El hecho pues, sostenido como se halla por toda pi\!cision histórica, aun por autoridades inglesas, es que la primera ocupacion, corresponde indisputablemente á los Franceses.
De que modo se concluyeron entre si ambos concurrentes, (los franceses y los ingleses) consta del testimonio de Mr. Bou- gainville en su obra citada, capitulo 3", pág. 52 á 53, donde dice:
« Sin embargo, como acabamos de referir el comodoro Biron, habia venido en el mes de Enero de 1765 á reconocer las Islas Malvinas. Ilabia tocado al oeste de nuestro establecimiento, en un puerto ya nombrado por nosotros Puerto de la Cruzada, y habia tomado posesion de estas Islas para la corona de Inglaterra, sin dejar allí ningun habitante. No fué sinó en 1766 que los ingleses mandaron una colonia á establecerse en el puerto de la Cruzada, que ellos habian nombrado puerto Egmont, y el capitan Malcride comandante de la fragata Jason vino á nuestro establecimiento al principio de Diciembre en el mismo año. El pretendió que estas tierras pertenecían al Rey de la Gran Bretaña; amenazó hacer un desembarco por fuerza si se seguía haciéndole resistencia; hizo una visita al comandante, y dió á la vela el mismodia.
Tal era, (añade) el estado de las Islas Malvinas, cuando las entregamos á los españoles cuyo derecho primitivo se encontraba asi corroborado por el que nos daba incontestablemente la primera habitacion.
La córte de España nombró al oficial D.Felipe Ruiz Puente para recibir las Malvinas de mano de las autoridades francesas, en virtud del contrato antes espresado, y órdenes de S. M. C. El avisó su arribo al Gobernador de Buenos Aires D. Francisco Bucarelli en despacho de 2.'> de Abril de 1707, comunicándole que el 27 de Marzo se habian llenado las formalidades de la entrega.
Despues de instalados los españoles en el dominio y posesion de la antes Colonia francesa, mediante el avenimiento de sus fundadores, y un precio convenido y obtado que daba á aquella transaccion todo el carácter de un contrato perfecto, fueron sin embargo inquietados por una intimacion que les hizo accidentalmente un buque de la Colonia inglesa del puerto de Egmont, de que aquellas Islas pertenecían á la corona de la Gran Bretaña. Esta intimacion fué contestada por los españoles con la sorpresa que les causaba un proceder que desconocía sus derechos, diciendo que ellos se hallaban dentro de los dominios de su soberano, y que era á los ingleses á quienes correspondia alejarse. Parece que esta respuesta era natural de parte de los españoles, pues estaban acostumbrados de mucho tiempo atrás á que la Inglaterra no negase sus títulos de preferencia á aquellas Islas.
Un autor ingles (Miller, Historia del reinado de Jorge III,) dice: «En 1741- los ingleses proyectaron un establecimiento en Malvinas en virtud de recomendaciones de ellos hechas por Lord Auson, despues de su viage al rededor del globo, como el mejor lugar para tener un puerto de escala ántes de doblar el Cabo de Hornos: como diez años despues, cuando el mismo Almirante Auson fué puesto al frente del Almirantazgo, se hicieron preparativos para realizar su plan; pero se opuso á él c\ rey de España «por pertenecerle las Islas. El Ministro Español representó, que si el objeto del viage era formar establecimiento en la Isla, esto seria una hostilidad contra la España, dueña de ellas; pero si era el de una curiosidad, él daria cuantas noticias se deseasen, sin necesidad de entraren gastos de espedicion para satisfacerla. En vista de esto, (añade este autor) los ingleses desistieron de la empresa.
Ni se limitaron los españoles á contestar en los términos que se ha visto, la intimacion antes citada, sino que la hicieron directamente por su parte al establecimiento de puerto Egmont, dando instrucciones á sus cruceros para que protestasen á los oficiales ingleses «que era faltar á la buena fé de los tratados en andar en aquellos dominios sin espreso consentimiento de S. M. C. Asi consta de la correspondencia oficial del señor don Felipe R. Puente en los archivos del Gobierno de Buenos Aires.
Al fin tomó un nuevo interés este altercado por la espedicion que á principios de 1770 despachó desde Buenos Aires el Gobernador Bucarelli, al cargo del comandante de la marina real D. Juan J. Madariaga, para espeler la colonia de Puerto Egmont, y en diez de Junio de aquel año, se firmó una capitulacion por la cual las fuerzas y súbditos británicos debian retirarse de la Isla, dentro de un término convenido, como lo hicieron, concediéndoles que hasta su salida se mantuviese enarbolado en aquel cuartel de tierra el pabellon inglés, pero dejando la artillería y demás objetos de guerra.
Con la mira de establecer las circunstancias y detalles de este incidente, el mas estraordinario que ofrece la historia de Malvinas, y escusar una repeticion, el infrascrito se permitirá referirse á los papeles de Estado (State Papers) publicado en el Registro de 1777 (vól. 14, 7.a edicion, Lóndres 1817) en que se encuentra la correspondencia del comandante Madariaga ; la capitulacion concedida á las fuerzas Británicas para su salida de puerto Egmont, la disputa subsiguiente que se levantó de estas resultas entre la Inglaterra y la España; y el avenimiento á que se arribó con la declaracion del 22 de Enero de 1771, por el príncipe de Mosserano, Embajador de España en Lóndres, que aceptó el conde de Rocford, Ministro de Negocios Estrangeros de S. M. B.
Resintiendo al Gobierno Británico el insulto que se le habia inferido con la espulsion de su colonia de puerto Egmont por laespedicion del Gobernador Bucarelli, reclamó altivamente del Gabinete de Madrid una viva satisfaccion. Las negociaciones á este efecto empezaron e i 1 i de Setiembre de dicho año de 1770, pero no hallando la acogida ó prontitud que se deseaba de parte del Gobierno Español, se hicieron en Inglaterra grandes aprestos militares, y se mandó retirar á Mr. Harris (despues Lord Malmsburn) que hahia seguido en Madrid dicha reclamacion. Son bien sabidas las vicisitudes que tuvo este negocio; la intervencion de Francia por medio de su embajador en Lóndres, Conde de Guienés; el retiro ordenado y subsiguientemente revocado de Mr. Harris, así como el retiro y continuacion del principe de Masserano; las diversas faces de ruptura ó de acomodamiento que presentó alternativamente, y la excitacion de la nacion. Por eso es esencial observar que la disputa sostenida era mas bien por la ejecucion á mano armada y con violencia, que por la soberanía de las islas, como lo prueba el tenor mismo de la convencion que le puso fin.
En efecto, dirimió esta disputa la declaracion á nombre de la córte de España, fecha de Lóndres el 22 de Enero de 1771 por su embajador el principe de Masserano, en que hace saber que habiéndose quejado S. M. B. de la violencia cometida el 10 de Junio de 1770, habia recibido órden de declarar y declaraba que S. M. C. habia visto con desagrado aquella espedicion capaz de turbar la paz y desconocía dicha empresa violenta, prometiendo dar órdenes inmediatas para que se volviesen las cosas al estado en que estaban el 1O de Junio y para restituir el puerto y fuerte llamado Egmont, con la artillería, municiones y efectos de guerra de S. M. B. y de sus súbditos que se hallaron allí aquel dia y que constaban de inventario.
Pero esta declaracion, añade tambien: el principe de Masserano, declara al mismo tiempo en nombre del Rey, su señor, que la promesa (engagement) de S. M. C. al restituir á S. M. B. el puerto y fuerte llamado Egmont, no puede ni debe en modo alguno afectar la cuestion de derecho anterior de soberanía de las Islas Malvinas, llamadas por otro nombre Falkland.
El mismo dia fué aceptada esta declaracion por el Gobierno deS. M. B., considerando la dicha declaracion del príncipe de Masserano con el entero cumplimiento del convenio de la parte de S. M. C., como una satisfaccion de la injuria hecha á la corona de la Gran Bretaña (vide State papers, en el registro anual de 1771, y tambien de Martens, Real de traités. Yól. 2.° Declarations reciproques de 1' Espagne et de 1' Anglaterre au sujet des isles de Falkland 1771 a 1774.)
En consecuencia, la córte de España espidió por medio de su ministro D. Julian Arriaga, al comandante de Malvinas 1). Felipe R. Puentes, la real urden siguiente con fecha 7 de Febrero de 1771. Estando acordado entre el Rey y S. M. B., por un convenio firmado en Lóndres el 22 de Enero último por el principe de Masserano y el conde de Rocford, que la gran Malvina, llamado por los ingleses Falkland Island, sea inmediatamente vuelta al estado en que estaba antes de ser evacuada por ellos el 10 de Junio del año anterior, prevengo á Vd. de órden del Rey que luego que la persona comisionada por la Córte de Lóndres se presente á Vd. con esta, disponga usted la entrega del puerto de la Cruzada ó Egmont, y de su fuerte y dependencias, como tambien de toda la artillería, municiones, y objetos que se encontraron allí de pertenencia de S. M. B. y de sus súbditos, conforme á los inventarios firmados por Jorge Farmen y William Matbi Esque el 11 de Julio de dicho año, al salir de allí, y de que remito á usted las adjuntas copias autorizadas de mano, y que luego que uno y otro se haya efectuado con las formalidades debidas haga Vd. retirar inmediatamente al oficial, y demás súbditos « del Rey, que allí se encuentran.
Por otra órden, que se puso en manos del Gobierno Británico, quedó reinstalada el mismo año la Inglaterra en la colonia de puerto Egmont. Las cajas de Buenos Aires repusieron los efectos que se mandaron devolver.
Así terminó la disputa entre Inglaterra y España, respecto de Malvinas, ó con mas propiedad relativamente á puerto Egmont. De aquí adelante, es decir, desde 1771, ya no hay querella, ya no hay coaccion, ni violencia; y si la Gran Bretaña, restaurada al punto disputado, lo abandona tres años despues (en Mayo de 1774), es porque así se lo aconsejaba su propia voluntad, ó como veremos muy pronto, es porque así se lo dictaba su propio honor, y las obligaciones contraidas en el convenio de 22 de Enero. Por este tratado vemos á los ingleses de vuelta en puerto Egmont, y satisfechos. Vemos á los españoles continuar tambien en Puerto Luis en unas mismas islas y en una inmediata vecindad. Ambos poseedores están en frente uno de otro, se observan de cerca y se respetan.
Aquellas Islas son muy pequeñas para que puedan ser el anillo (ápendange) de dos coronas. Uno de los dos poseedores ha de predominar por mas antiguo y por tanto mas verdadero.
Desde luego, la simple vista del convenio del 22 de Enero de 1771, sugiere observaciones peculiares. El Gobierno Español en este instrumento solemne protesta que la restitucion del puerto Egmont no le debe perjudicar, y se reserva sus derechos á la soberanía de las Islas. El Gobierno de S. M. B. precisamente en el acto de responder á este instrumento y de aceptarlo, se calla sobre aquella cláusula. No es esto ya la España? Al menos este silencio no es el medio de resistir é invalidar su pretension y realidad, parece que la oportunidad ó tal vez la necesidad de contestarle por igual reserva, no podian ser mas naturales, ni mas obvias por todas las circunstancias del caso. Esto arroja ya la idea de que en el fondo de toda transaccion habia alguna cosa misteriosa, pero de una tal importancia que afectaba y decidia de la naturaleza del convenio. Así fué, que apenas emitido á la luz, excitó la estrañeza de un estadista no menos prudente que el ilustre conde Chathan, cuando hizo en la Cámara de los lores el 5 de Febrero de aquel año una mocion para que se propusieran á los jueces las cuestiones siguientes: 1." Si en consideracion de la ley la corona imperial de este reino puede tener territorios algunos, ó posesiones pertenecientes á ella de otro modo que soberanía.—2.° Si ladeclaracion ó instrumento para la restitucion del puerto ó fuerte llamado Egmont que se ha de hacer por el reino católico á S. M. bajo la reserva de derecho disputado de soberanía, que se espresa en la declaracion ó instrumento que estipula tal restitucion puede ser aceptada, ó llevada á ejecucion sin derogar la máxima de ley antes referida, tocante la dignidad inherente y esencial de la corona de la Gran Bretaña.
Por otro lado hubiera sido creíble que un convenio que dejaba aparentemente dos jurisdicciones rivales en unos mismos puntos, era formado para que fuese permanente?
¿ De qué ha podido provenir la persuasion de historiadores ingleses de aquel tiempo, de geógrafos y literatos de la misma nacion que asientan uniformemente y con espresa referencia al convenio de 22 de Enero de 1771, que la Gran Bretaña cedió las Islas Malvinas á la España? ¿Puede ser este error? ¿ Cabe que historiadores nacionales, tratando ex-profeso de la restitucion de puerto Egmont, la llamen precisamente una cesion de todas las Islas Malvinas á la España de la parte de Inglaterra ?
El infrascripto poclia hacer aquí numerosas citaciones de las autoridades que deponen de la cesion; pero se limitará á la noticia de un escrito, taminen inglés y de aquella época, que disipa particularmente el misterio que acompañó el convenio de 22 do Enero (Anecdotes of the Right Honorable William Pili Earl of Chatham. Yól. 3, chap 39.) Este escrito dice :
Mientras Lord Rorhford estaba negociando con el principe Masserano, Mr. Sluart Mackeasie estaba negociando con Mons. Franmis (secretario de la Embajada de Francia en la córte de Lóndres.) Al fin como una hora antes de juntarse el Parlamento el 22 de Enero de 1771, se firmó una declaracion por el Embajador Español bajo órdenes e indemnizacion de Francia para la restitucion de las Islas Falkland á S. M. B. pero la condicion importante con que se obtuvo esta declaracion no se mencionaba en ella. Esta condicion era que las fuerzas británicas debían evacuarlas Islas Falkland, tan pronto como fuese conveniente, despues de ser puestas en posesion del puerto fuerte Egmont. Y el ministerio británico se obligó en señal de sinceridad en cumplir aquella promesa, á ser el primero en desarmar.
Dos dias despues de haber firmado el Embajador Español aquella declaracion, recibió órdenes de retiro, pero le sucedió lo que á Mr. Harris, mandándosele poco despues que continuase.
Durante el mes de Febrero de 1771, el Ministro Español signific'J en Madrid á Mr. Harris la intencion de su gobierno de exigir del Ministrio Británico la perfeccion de las obligaciones del modo que habian sido entendidas mútuamente. El Ministerio Británico recibió el í de Marzo fa nota de Mr. Harris en que le daba aquel aviso. Tres dias despues llegó un mensagero español, con órdenes al principe de Masserano, para que pidiese formalmente la cesion de las Malvinas al Rey de España.
El principe comunicó primero estas órdenes al embajador francés, con el objeto de saber si coadyuvaría al reclamo y ambos tuvieron el dia 14 una conferencia con Lord Rochford. La contestacion de este fué en consonancia con el espírituque siempre habia manifestado. La respuesta de Francia fué civil, pero hablaba del pacto de familia; y la de España no llegó á Lóndres sinó el 20 de Abril. Entretanto, los ministros tuvieron varias conferencias con Mr. Stuart Mackensie; y el resultado de todo fué, que los ingleses dieron el ejemplo de cesar en los aprestos militares, y las Islas Malvinas fueron totalmente evacuadas y abandonadas, poco tiempo despues; y desde entónces siempre han estado en poder de la España.
Esta revelacion á que no puede menos que atribuirse bastante peso segun reglas de crítica, está conlirmada en cuanto á la cesion ó abandono de las Malvinas de la parte de Inglaterra, por dos despacbos del Ministro Español Arriaga, que firmó la órden de 7 de Febrero de 1771 para la restitucion del puerto Egmont, y cuyo ministro dijo en 9 de Abril de 1775 al virey de Buenos Aires, y al Gobernador de Malvinas que la Córte de Lóndres habia ofrecido abandonar el establecimiento en la Gran Malvina, que era el mismo de puerto Egmont. Copias auténticas de estos despachos tomadas de los archivos de Buenos Aires, donde existen originales, están en poder del infrascrito quien crée que por su importancia, deberlos producir literalmente.
Por la adjunta copia de órden se enterará V. S. delo que con esta fecha se previene al Gobernador de las Malvinas, relativo á la oferta de la Córle de Lóndres para abandonar el establecimiento que hizo en la Gran Malvina; lo que aviso á V. S. de órden del rey para que por su parte disponga su cumplimiento. Dios guarde á V. S. muchos años. Aranjuez, 9 de Abril de 1774 — (Firmado) Don Julian de Arriac/a—Señor D. Juan José Vertix.
Ofrecido como está por la Córte de Lóndres el abandonar el establecimiento que hizo en la Gran Malvina, retirando de allí la poca tropa y gente que tenía, quiere el Rey que V. se halle noticioso de este asunto, á fin de que en su consecuencia observe con prudencia y cautela si en efecto abandonan los ingleses su citado establecimiento, sin emprender otro nuevo por estas inmediaciones ; y que hallándolo Vd. verificado en los términos que han espuesto, repita de tiempo en tiempo sus diligencias para asegurarse de que no vuelvan á aquel paraje, informándome de cuanto allí ocurra con la mayor individualidad tanto ahora como en lo sucesivo ; lo que prevengo á V. de orden de S. M. para su exacto cumplimiento, ínterin que en otra ocasion se dé mas completa idea de todo lo que corresponde á este asunto. Dios guarde á Vd. muchos años — Aranjuez, 9 de Abril de 1774 — (Firmado) Don Julian de Árriaga — Señor Gobernador de Malvinas.
P. D. Hasta nuevo aviso que Vd. dirija no hade pasar de lo que literalmente le prevengo, ni permitir que al referido abandonado establecimiento pase nadie mas que los que Vd.envie para el objeto que se le manda.
En efecto, el 22 de Mayo de 1774, ó tres años despues de la restitucion, vemos á Inglaterra retirar pacíficamente su establecimiento de puerto Egmont, sin que nadie la hubiese compelido á este paso, y sin que hubiese intervenido ningun nuevo altercado ó violencia. La disputa anterior estaba terminada; y seria un anacronismo el confundir este último egreso voluntario, con la espedicion de 1780 por la espedicion de Bucarelli. El hecho, pues, de este pacifico abandono viene singularmente en apoyo de la realidad de la cesion, ó como se esplican algunos escritores ingleses, ambos poderes cumplieron su contrato restituyendo á puerto Egmont, y los ingleses cumplieron el suyo abandonándolo despues de aquella entrega.
El teniente Clayton que mandaba en puerto Egmont á nombre de S. M. B. dejó grabada en una placa de plomo una inscripcion con fecha del dicho 22 de Mayo de 1774, en que declaraba que las islas de Falkland así como aquel fuerte de puerto Egmont, y sus almacenes etc., pertenecían de derecho únicamente á S. M. Jorge III, en fé de lo cual dejó flotando y enarbolado el pabellon inglés.
Pero en primer lugar, si una inscripcion fuese bastante para preservar un dominio, la del teniente Clayton fué muy posterior á la inscripcion francesa de 1764; y por tanto es de ningun valor.
En segundo lugar ella es escesiva, pues quiere invalidar el dominio español de puerto Luis, reconocido en el contrato de 22 de Enero de 1771. Ultimamente, era ilegal si como hay motivo de creer, el abandono de puerto Egmont se hacia á consecuencia de un convenio de su Gobierno, que por ser secreto no era menos obligatorio.
Se ha dicho que esta inscripcion y este pabellon así dejados, anunciaban la intencion de volver á ocupar el territorio en tiempo mas conveniente; oportunidad de paso, que parece no haberse presentado sino despues de sesenta años.
Sin embargo, es preciso notar, que si esta intencion fué efectiva, ella no puede conciliarse con la fé empeñada; y la cuestion volverá á ser, si la Gran Bretaña habia ofrecido retirarse de aquellas Islas. Despues, para comprobar aquella intencion, debieron dejarse otros vestigios mas permanentes de posesion y de voluntad. Es claro que ni los signos esteriores de aquella especie, ni aun la prioridad de descubrimiento, no bastan para fundar dominio, conforme ;i los principios sentados; tampoco podian conservarlo y transmitirlo. La propiedad intencional debia ceder á la propiedad formal y física. Hay que observar tambien que seria singularmente estraño que el acto mismo del retiro, que de hecho (de fado) pone fin á la posesion, hubiese de estender el dominio ideal hasta puntos que nunca obtuvo la Inglaterra, á todas las Isla* Malvinas, y designadamente á Puerto Luis, ú Puerto de la Soledad, llamado por los ingleses Jícrclek Sound. Podia preguntarse si el teniente Clayton al abandonar completamente á Puerto Egmont, podia poner un veto á todos los pueblos del Globo, para que jámas habitasen las Islas que quedaban desiertas, y se utilizasen de ellas por su cultivo, como de una habitacion que la mano del Creador ha destinado al hombre. Especialmente esta esclusion no podia cstendcrse á España, á quien la Inglaterra habia admitido y tratado comoá soberano de la Isla del Este, donde está situado Puerto Luis.
Resulta de lo espuesto que los títulos de la España á las Malvinas fueron su ocupacion formal; su compra á la Francia por precio convenido; y la cesion ó abandono que de ellas hizo Inglaterra (ocupacion derivativa). Esto cierra el periodo de los diez años recorridos, ó la disputa entre las dos coronas desde 1764 á 1774.
La propiedad se adquiere de derecho por una ocupacion sin defecto: ella se conserva por una posesion continua. (Günthers Volkerleht.)
Esta ocupacion española continuó entonces sin inquietud de parte de ningun poder; y es digno de notarse que en los tratados públicos que ocurrieron despues entre Inglaterra y España, ninguna alusion ó referencia se hace á aquellas islas, como que se considerase que la cuestion antigua estaba definitivamente transada. Aquí podría producirse una lista de Gobernadores españoles, que las mandaron y residieron constantemente en Puerto Luis, bajo la dependencia inmediata y á espensas del Gobierno de Buenos Aires.
Es notorio á todo el mundo, que por la revolucion que tuvo lugar en 25 de Mayo de I8IO, y la declaracion solemne de independencia de 9 de Julio de 1816, se constituyó en la jurisdiccion de Buenos Aires una comunidad política bajo el titulo de Provincias Unidas del Rio do la Plata, que ha sido reconocida por la Gran Bretaña, y otras naciones principales.
Esta comunidad política no podia existir sin territorio, pues donde no hay independencia de territorio, no puede haber estado soberano; y así como adquirió el derecho de los tratados, el de comercio, y el derecho de las negociaciones con las Potencias Extranjeras, adquirió tambien el derecho de propiedad del Estado (juri in patrimonium reipublica). Las Provincias Unidas sucedieron por consiguiente á la España en los derechos que esta nacion, de que se separaban, liabia tenido en aquella jurisdiccion. Las Islas Malvinas habian sido siempre una parte de aquel país ó de aquel distrito; y en tal calidad compusieron una parte del dominio, ó propiedad pública del nuevo Estado (patrimonium reipublicac publicum) y fueron reclamadas y habitadas por sus súbditos. La soberanía de las Islas que cesaba en el Gobierno Español por la independencia americana, no podia pasar en sucesion á Inglaterra, ni revivir una cuestion y pretensiones estinguidas.
Apoyado en tantos y tan sólidos fundamentos; fuerte,en la justicia de su causa y en la conciencia de sus derechos, el Gobierno de la República protestó en 22 de Enero de 1833 ante la legacion Británica en Buenos Aires contra la espulsion de su guarnicion y establecimiento en Malvinas, y contra la asump- cion de soberanía que se ha hecho en ellas á nombre de la Gran Bretaña etc., mandando al infrascripto que reproduzca aquella protesta al Gobierno de S. M.
El infrascripto, pues, en cumplimiento de sus órdenes ó instrucciones, protesta formalmente en nombre de las Provincias Unidas del Rio de la Plata contra la soberanía asumida últimamente en las Islas Malvinas por la corona de la Gran Bretaña, y contra el despojo y ejecucion del establecimiento á la República en Puerto Luis llamado por otro nombre el Puerto de la Soledad, por la corbeta de S. M. Ctóo, con las reparaciones que son de demandar por la lesion y ofensa inferidas; igualmente que por todo acto consiguiente á aquel procedimiento.
Las Provincias Unidas presentan esta justa demanda al honor del Gobiernode S. M.B., y ala opinion del mundo imparcial. Lóndres, 17 do Junio de 1833—Año 24 do la Libertad y 18 de la Independencia do las Provincias Unidas del Rio de la Plata.
(Firmado)-Manuel Moreno.
A S. E. el vizconde Palmerston etc. etc.
NOTA — El mismo dia diez y siete de Junio de 1833, á las doce y media de la mañana, se entregó la anterior protesta por una persona de confianza nombrada al efecto por el señor Moreno, en falta de Secretario de la Legacion, á Sir George Leeh, subsecretario de Estado de S. M. B. en el Departamento de Negocios Estrangeros, para pasarla á manos del vizconde Palmerston, estando dicho señor en su despacho.
(Firmado) — Moreno.