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paso de la cordillera

matices: desde el pardo obscuro hasta el lila más vivo. No he visto jamás otro conjunto de rocas más parecido a las bonitas secciones que los geólogos hacen de la corteza terrestre.

Al día siguiente cruzamos la llanura, y seguimos el curso de la gran corriente de montaña que pasa junto a Luján. Aquí se había trocado en un furioso torrente, enteramente infranqueable, pareciendo más ancho que en la hondonada, como sucedía con el riachuelo de Villa Vicencio. En la tarde del día siguiente llegamos al río de las Vacas, que tiene fama de ser la corriente más difícil de pasar en la Cordillera. Como todos estos ríos son de breve y rápido curso y están formados por la fusión de las nieves, la hora del día influye de una manera decisiva en el caudal que llevan. Por la tarde corren cenagosos y muy crecidos, pero al apuntar la aurora se aclaran y hacen menos impetuosos. Tal vimos que ocurría con el río de las Vacas, y por la mañana le cruzamos con poca dificultad. El paisaje hasta aquí fué muy poco interesante, comparado con el paso del Portillo. Poco es lo que puede verse fuera de los desnudos lados del amplio valle de fondo plano que el camino sigue hasta la cresta más alta. Tanto dicho valle como las enormes montañas rocosas son extremadamente estériles: durante las dos noches anteriores las pobres mulas no habían tenido qué comer, pues, exceptuando algunos arbustos enanos resinosos, apenas se veía planta alguna. En el transcurso de este día cruzamos algunos de los peores pasos de la Cordillera; pero sus riesgos se han exagerado mucho. Me dijeron que si intentaba pasarlos a pie se me trastornaría la cabeza, y que no había sitio donde apearse; pero vi que en todas partes era posible retroceder y bajar de la cabalgadura por un lado y otro. Pasé por uno de los peores sitios, llamado de las Animas, y hasta un día después no vi que me había hallado en un peligro espantoso. Indudablemente hay muchos puntos

Darwin: Viaje.—T. II.
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