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convocó el vecindario de Guatemala, para determinar lo conveniente en asunto de traslacion. Celebróse la junta en la Ciudad provisional, los dias 12 hasta 16 de Enero de 74. En esta asamblea se leyeron las diligencias practicadas por los esploradores y á pluralidad de votos se determinó la formal traslacion de la Ciudad de Guatemala al valle de las Vacas. Su Magestad confirmó esta resolucion, en 21 de Julio de 1775; y en cédula de 21 de Setiembre siguiente, aprobó la mayor parte de los proyectos que se le propusieron para verificar la traslacion, concediendo liberalmente el producto de la renta de Alcabalas, por diez años, para subvenir á los gastos de la citada traslacion. En virtud de esta real disposicion, se estableció en el nuevo sitio el Ayuntamiento, á 1º de Enero de 76; y en 29 de Julio de 77, se publicó bando en la Antigua Guatemala, para que dentro de un año, todos se trasladasen y quede aquel suelo desierto.

No pararon en esto las fatales resultas de los referidos terremotos: prendió en este miserable vecindario una peste de calenturas Petequiales, que quitó á muchos la vida y no calmó basta el Mayo de 74.

Trasladados á la Nueva Guatemala, la mayor parte de los moradores de esta capital; como con la mudanza de suelo no se desnudasen de la calidad de hijos de Adán, los siguieron al nuevo sitio las desgracias, infortunios y tribulaciones. No fué leve la que padecieron una tarde, que habiéndose formado á orillas de la Ciudad un torbellino de agua, temieron causase algún grave estrago en ella. Tambien los afligió en otra ocasion, un aguacero de granizo, tan grande y copioso, que se aguardaba por instantes hundiese los tejados con su peso. Igualmente contristan á este vecindario frecuentes muertes de rayo. Pero la mayor tribulacion que se ha padecido despues de la ruina de la Antigua Guatemala fué la que esperimentó esta capital el año de 1780, con la cruel peste de viruelas, que cundió en todo el Reino. Eran éstas de tan mala calidad, que en pocos dias, se contaban ya muchos muertos al rigor de la espresada epidemia. Para que no muriesen sin sacramentos los apestados, se sacaba el Sagrado Viático, no solo de las