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LA HERMOSA DURMIENTE.


En otros tiempos habia un rey y una reina, cuya tristeza porque no tenian hijos era tan grande que no puede ponderarse. Fueron á beber todas las aguas del mundo, hicieron votos, emprendieron peregrinaciones, pero no lograron ver sus deseos realizados, hasta que, por último, quedó en cinta la reina y dió á luz una hija. La explendidez del bateo no hay medio de describirla, y fueron madrinas de la princesita todas las hadas que pudieron hallar en el país, y siete fueron, con el propósito de que cada una de ellas le concediera un don, como era costumbre entre las hadas en aquel entonces; y por este medio tuvo la princesa todas las perfecciones imaginables.

Despues de la ceremonia del bautismo, todos fueron á palacio, en donde se habia dispuesto un gran festin para las hadas. Delante de cada una se puso un magnífico cubierto con un estuche de oro macizo, en el que habia una cuchara, un tenedor y un cuchillo de oro fino, guarnecido de diamantes y rubíes,