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ESPLORACION.

que aun llevaba consigo las dos piernas de cordero que hicieran célebre su salida de San José, se habia adelantado con el intendente i los señores Guerrero, Alvarez, Ansart i los dos guias.

Fatigados por el calor i sin tener nada que nos llamara la atencion, recorriamos esas soledades cabizbajos i pensativos.

Por fin, a cierta distancia, se veia algunos arbustos i rocas que sacaban de su tristeza el camino. Al lado de una roca se movia algo como una sombra.

—Ahí deben estar, dijo Cruz, i Vergara ha de tener algo. Con qué, a apagar la sed!

El comandante Vidal iba mas que incomodado con el barómetro que llevaba terciado en bandolera, i yo con el cronómetro, que era preciso conducir en la mano i con todo cuidado. Los dedos, sea por el calor o por ir apretados, se me habian engarrotado de tal manera que no los podia estirar; el comandante decia que tenia una zanja en la espalda.

Apresuramos lo mas que se pudo el paso de los caballos, i pudimos llegar a poco rato a ese oasis, nuestra tierra prometida en tales circunstancias.

Apeámosnos inmediatamente, estendimos las mantas al lado del peñasco en que creiamos encontrar alguna sombra, i dejamos que los caballos se estendieran por una pequeña vega cercana.

Allí solo encontramos a M. Ansart i Vergara, los