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HISTORIAS ESTRAORDINARIAS.

¿Era Rowena misma viva la que tenia delante de mí? ¿aquello podia ser en realidad Rowena Trevanion de Tremaine, de cabellera rubia y de ojos azules? Porque oí: ¿por qué dudaba yo? La fuerte venda oprimia la boca, ¿por qué no habia de ser aquella boca que respiraba la de la señorita de Tremaine? ¿Y las mejillas? Las mejillas eran las rosas de los mejores dias de su vida, podian ser las mejillas de lady Tremaine viva. Y la barba con los oyitos de la salud, ¿no podia ser la suya? Pero entonces, ¿habria crecido durante su enfermedad? ¿Qué inesplicable delirio se apođeró de mí á esta idea? ¡De un salto me eché á sus piés! Ella se retiró al tocarla yo, y desprendió su cabeza del horrible sudario que la envolvia, y entonces se desbordó en la atmósfera agitada de la estancia una masa enorme de largos cabellos despeinados: eran mas negros que las alas de la noche en la hora de plumaje de cuervo; y entonces ví á aquel rostro que tenia delante de mí, abrir los ojos lenta, müy lentamente.

En fin: ¡Ahí está! grité yo con voz resonante; ¿podré ya dudar? Esos son los ojos adorablemente rasgados, los ojos negros, los ojos sin iguales de mi amor perdido, de lady, de lady Ligeia.



METZENGERSTEIN.


Pestis eram vivus—moriens
tua mors ero.



El horror y la fatalidad se han reconocido en todos los siglos, y por consecuencia, ¿á qué asignar una fecha á la historia que voy á réferir? Baste saber que en la época de que hablo habia en el centro de Hungría una creencia secreta, pero muy esparcida y acreditada, relativa á las doctrinas de la Metempsicosis. Nada diré de las doctrinas mismas, ni tampoco de su falsedad ó probabilidad. Esto no obstante, afirmo que una parte de nuestra incredulidad procede, segun la opinion de Bruyere, que atribuye todas nuestras desgracias, de nɔ poder estar solos[1].

Más habia algunos puntos en la supersticion húngara, que tendian decididamente á lo absurdo: los húngaros diferian esencialmente de sus maestros de Oriente. El alma, por ejemplo, á lo que ellos creian, como los términos de un sutil é inteligente parisien, no reside mas que una vez en un cuerpo sensible; y así un caballo, un perro y hasta un hombre, no son sino la semejanza ilusoria de esos séres.

Las familias de Berlifitzenng y Metzengerstein habian estado en guerra ó enemistad desde siglos. Jamás se vieron dos familias tan ilustres recíprocamente animadas de un ódio tan mortal, cuyo ódio acaso podia tener su orígen en las palabras de una antigua profecfa, segun la cual, un gran nombre caerá con una caida terrible, cuando, como el caballero sobre su caballo, la mortalidad de Metzengerstein triunfe de la inmortalidad de Berlifitzing.

En verdad, esas palabras tienen poco ó ningun sentido; pero las causas mas triviales han dado orígen, y para esto no hay que remontarse mucho á consecuencias igualmente preñadas de acontecimientos. Además, las dos casas que eran vecinas, habian ejercido, durante mucho tiempo, una influencia rival en un gobierno tumultuoso.

  1. Mercier, en el año dos mil cuatrecientos cuarenta, sostiene formalmente las doctrinas de la metempsicosis y d'Israeli dice que no hay sistemu tan sencillo ni que repugne menos á la inteligencia. El coronel Ethan Allen, el Green mountain boy pasa tambien por haber sido acerrimno metempsicosista.—E. A. P.