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CÁMARA DE DIPUTADOS

la guerra que acaba de intimarse por nuestra parte, me propone un armisticio, durante el cual pueda negociarse una honrosa avenencia que las aleje de nosotros, i establecerse sobre cimientos sólidos la amistad futura de Chile i del Perú; proposicion que V. S . reitera en la segunda de dichas notas, haciéndome saber que ha recibido órdenes e instrucciones recientes para abrir esta negociacion en Santiago, e indicándome los puntos esenciales que deberán discutirse, i en que el Gobierno peruano está determinado a hacernos, i a que por nuestra parte se le haga justicia.


A vista del resultado que ha tenido nuestra mision al Perú, a la cual ni siquiera se ha dado oidos, haciéndose al lenipotenciario chileno el ultraje gratuito de no permitirle ni aun poner el pié en tierra, confieso que no esperaba semejante proposicion. Recuerdo lo que V. S. me anunció con motivo de la presencia de la Escuadra chilena en el teatro de las negociaciones; i sé lo que han dicho sobre este asunto los órganos oficiales del Gobierno peruano, pero estoi cierto de que los obstáculos que una escusable delicadeza pudo suscitar a primera vista, hubieran sido completamente removidos por medio de la convencion preliminar que propuso el señor Egaña, en que se habrían dado i pedido al Gobierno peruano las garantías necesarias, no solo sobre la situacion de las respectivas fuerzas navales, sino sobre un intervalo entre la ruptura de la negociacion i el principio de las hostilidades. El Gobierno peruano desechó esta proposicion sin informarse primero de ella, i persistió hasta el fin en la demanda de lo que él llamaba una garantía llana, sin condicion alguna; que era en sustancia exijir que sacrificáramos todas nuestras ventajas a la perspectiva incierta de las discusiones que iban a entablarse ante él.


Aunque el Presidente no percibe, en esta conducta, esos deseos de paz que tanto encarecen los órganos del Gobierno peruano, S. E. acoje gustoso las instancias que V. S. le hace para que se abran las negociaciones en Santiago, pero juzga necesario dar a V. S. una noticia prévia de los puntos que S. E. desea ver satisfactoriamente arreglados entre ámbos Gobiernos, para que, si las instrucciones de V. S. no se estendiesen a todos ellos, se ahorrasen estériles contestaciones.


Paso, pues, a enumerar a V. S. estos puntos, observando que el arreglo de todos ellos es indispensable para la paz.


  1. Una satisfaccion honrosa por la violencia cometida en la persona del Encargado de Negocios, don Ventura Lavalle.
  2. La independencia de Bolivia i del Ecuador que Chile mira como absolutamente necesaria para la seguridad de los demas Estados Sud-Americanos.
  3. El reconocimiento de la suma de dinero que el Perú debe a Chile, tanto en razon del empréstito i de los auxilios en la guerra de la Independencia, como de la indemnizacion a que Chile tiene derecho por los daños que ha causado al pais la espedicion de Freire.
  4. Limitacion de las fuerzas navales del Perú.
  5. Reciprocidad en cuanto a comercio i navegacion, colocando cada Estado al otro sobre el pié de la nacion mas favorecida; i
  6. Exencion, para los chilenos en el Perú, como para los peruanos en Chile, de toda contribucion forzosa a título de empréstito o donacion i del servicio compulsivo en el ejército, milicia i armada.


Debo tambien hacer presente a V. S. que no nos es posible convenir en el armisticio que me propone para proceder al ajuste de la paz, i que, por la distancia a que se hallan nuestras fuerzas, no pudiera tener lugar sin un dispendio de tiempo que sería pernicioso para nosotros.


Creo que solo me resta responder a las reconvenciones que se hacen a este Gobierno, en la nota del 7, por los pasos que ha dado para hacer sentir a las Repúblicas del Rio de la Plata i del Ecuador la crisis inminente en que la actitud del Jeneral Santa Cruz ha puesto la independencia de los Estados Sud-Americanos, que lindan con el Perú i con Bolivia, i que pudiera sin dificultad estenderse a los otros, si de antemano no opusiesen a ello una barrera inespugnable.


El Gobierno de Chile no solo reconoce haber obrado en este sentido, sino que mira semejante conducta como fundada en los mas sanos principios de política internacional i de justicia. Pudiera ser que no lograse inspirar a los otros Estados su propia conviccion; pudiera ser que se encontrase solo en la lucha que ha emprendido a favor de la causa común, pero sea cual fuere el éxito de sus esfuerzos, está seguro de que se hará justicia a sus intenciones por todos los hombres imparciales. Debo, sin embargo, hacer alto sobre la inexactitud con que se habla en la nota de V. S. de "lo que se ha trabajado en el Ecuador" para inducirle a una alianza con Chile, afirmando que el Jefe del Perú "lo sabe a ciencia cierta i con datos indudables." La verdad es que esas jestiones en el Ecuador han tenido principio con la reciente mision encomendada a don Ventura I,avalle; i estoi cierto de que el Jefe del Perú no podría producir prueba alguna en apoyo de la asercion de V. S.


Pero, cuando así fuera ¿qué tendría de ilícito o de ménos honroso que el {{MarcaCL|A|Gobierno|OK|Contestación del Ministro de Relaciones Exteriores de Chile}Gobierno de Chile procurase granjearse la buena opinion i la cooperacion de los otros Estados, en un objeto en que va a cada uno de ellos nada ménos que la existencia? Chile ha querido suscitar defensores, no a sus intereses peculiares, sino a la causa jeneral de los Estados Sud-Americanos, cuyo equilibrio ha sido turbado por la incorporacion de Bolivia 1 del Perú, incorporacion tramada en el misterio i consumada bajo el imperio de la fuerza. Chile invitaba los Estados vecinos a concurrir a las