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POLÍTICA DOMÉSTICA 35

Por eso los hombres forman pueblos, constituyen sociedades, promueven reuniones, acuden á los pa- seos, conservan intimidades; pero ni todo esto es su- ficiente, ni aun el encontrar manos amigas, pala- bras simpáticas, corazones afectuosos es bastante; pues lo penoso sobre todo es el vacío, la soledad del hogar doméstico, la falta de una persona fiel con quien contar en los pesares, en las alegrías y en to- do momento supremo.

Es verdad que, en ciertos casos, el amigo suele unirse al amigo, el hermano al hermano, y, lo que es más interesante aún, el hijo á la madre viuda; pero estas imitaciones de la familia no son la verdadera familia, sino bosquejos, restos ó desmembraciones de ella.

Hay una asociación más íntima todavía, en la cual la debilidad se enlaza con la fortaleza, la gracia con la seriedad, las blandas ternuras con las atencio- nes protectoras y la satisfacción con el trabajo—aso— ciación indispensable para el bienestar del linaje hu- mano, y llena de atractivos para los individuos.

El sentimiento constituvo de la familia debe de tener su razón de ser, puesto que no es hechura nuestra y procede de Aquel que ha hecho todas las cosas.

Ese sentimiento tiene dos caracteres notables: una extensión portentosa y una singular fuerza de trans-