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EN LAS CAVERNAS REALES
Una voz dice: «He aquí las grutas de Salo- món : las grutas de las piedras del templo, caí- das bajo el azote de Tito. ¡ Cuánto esfuerzo para arrancarlas de la tierra, y cuánto esfuerzo para reducirlas a polvo! El hombre, vidente o ciego, se precipita sobre la Naturaleza, ya creando por el amor y el orgullo, ya destrozando por la pa- sión y la cólera.» A
Otra voz murmura : «En realidad, se ignora si las canteras fueron de Salomón o de Herodes. Y quizá en vez de contribuir al templo de Jeho- vá, sirvieron para que Adriano consagrara el de Júpiter. Puede también que los Cruzados las empleasen en el Santo Sepulcro; o que Omar
las utilizara en el cimiento de sus mezquitas.» VISIÓN.—6
