Alonso Pérez de Guzmán (Retrato)

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GUZMÁN EL BUENO.[editar]

D. ALONSO PEREZ DE GUZMÁN
Llamado el Bueno: fue el que por no faltar a su lealtad arrojó el puñal desde el muro de Tarifa para que los Moros degollasen á su hijo único. Nació en León en 1256, y murió peleando junto á Gibraltar en 1309.


Don Alonso Pérez de Guzman, hijo de D. Pedro de Guzman, Adelantado mayor de Andalucía, nació en León en 1256, quatro años después de haber empezado á reynar el célebre Alfonso el Sabio. No empezó á distinguirse hasta el tiempo de la invasión que hiciéron en Andalucía los Berberiscos, acaudillados por Abenjucef, Rey de Marruecos. Él se halló en las batallas al lado de D. Diego López de Haro, que fue entonces el escudo del Estado: él ajustó las treguas que se hicieron con el Rey bárbaro; y él fue en fin quien en los torneos, que se hiciéron en Sevilla de resultas de esta negociación, se llevó la palma de la bizarría.

Un hermano suyo, envidioso de su gloria, se atrevió un dia á echarle en cara delante del Rey la falta de su nacimiento. La suerte había hecho á Guzman hijo natural y no legítimo: sonroxado por el insulto replicó con viveza; y enojado al fin de que el Rey no le honrase en aquella ocasión como sus servicios merecían: Yo me iré, dixo, á buscar entre los extraños la honra que en mi patria se me niega: desde hoy me desnaturalizo; y no volveré á ella sino requerido y buscado por vos mismo.

Quiso Alfonso reducirle, pero no pudo: y de allí á pocos días se pasó al África acompañado de otros caballeros; donde se ofreció á servir al Rey Abenjucef en todas las guerras que no fuesen contra Christianos. El valimiento, el poderío y la gloria que se grangeó en aquel pais con sus ilustres hechos, volaban por toda España; al tiempo que Alfonso el Sabio, Príncipe á quien su siglo feroz no merecía, se vió desposeído de sus estados, y despojado de su autoridad por la facción de los Grandes, á cuya frente estaba su desconocido hijo, el ambicioso Sancho. En tal desastre acudió á Guzman para que moviese en su socorro las fuerzas Africanas. ¿Dónde estaba entonces aquel cortesano que fiero con una ventaja que no era suya, se atrevía á tachar la bastardía del nacimiento de Guzman? Este voló, generosamente al socorro del Rey desvalido; traxo primeramente muchos tesoros para la guerra, y después un exército de Moros mandado por el mismo Abenjucef. Y si tantos refuerzos no bastáron á restablecer á Alfonso, sirviéron sin embargo á contener el fuego de la sedición, á asegurar aun las fuerzas que quedaban al Rey, y á establecer una especie de equilibrio entre los dos partidos.

Guzman abandonó la África en el año 1291, en que descontento de los Berberiscos y llamado por el Rey de Castilla Sancho IV, se restituyó á España con los compañeros de sus trabajos.

Desde entonces el Estado no tuvo defensor mas grande ni el Rey mejor vasallo. Los Moros incitados por el turbulento D. Juan, hermano de Sancho, amenazaban de invadir otra vez la Andalucía. Guzman se encargó de quebrantar su ímpetu, defendiendo á Tarifa ganada poco antes de ellos. Encerróse en esta plaza, y los enemigos acaudillados por el Infante apuráron para rendirla quantos medios enseñó la guerra y les dictó su animosidad. Mas viendo inútiles todos sus esfuerzos, apeláron á un arbitrio horrible, que aun leído hace estremecer. Tenia el Infante en poder suyo al hijo único de Guzman. Llamó al padre, y presentándole el niño, le intimó que rindiese la plaza, amenazándole con la muerte de su hijo si no lo hacia. El asalto era terrible; pero Guzman sin vacilar, la vida de un hijo, respondió, no es bastante á obligarme á que mancille mi virtud: si os falta cuchillo para executar vuestra saña, allá va el mio. Dicho esto arrojó á los bárbaros su puñal, y se baxó del muro. Ellos sacrificaron aquella víctima inocente á su venganza, y á pocos días levantaron el sitio sin mas fruto que el de haber dado al mundo un exemplo de ferocidad execrable, y ocasión á Guzman para desplegar su admirable patriotismo.

La fama de este hecho llenó toda España, y llegó al Rey Sancho, que derramando sobre Guzman privilegios y mercedes sinnúmero, se confesaba impotente á galardonar aquel servicio. Entonces fue quando le puso el sobrenombre de Bueno; que su humanidad y virtudes sociales acabaron de consagrar; y que los siglos recordando en él su carácter casi divino, pronuncian siempre con una especie de religión.

Sancho cercano á morir, y viendo ya las tempestades que iban á romper contra su heredero que dexaba en la primera infancia; llamó á Guzman y le dixo: Partid vos á Andalucía, y mirad por Sevilla: mantenedla por mi hijo, que yo fio que lo hareis como bueno que sois. Con efecto, la franqueza, la capacidad y el valor del héroe, unidos á la prudencia singular de la célebre Reyna Doña María, sostuviéron la corona en las sienes de Fernando IV contra las conspiraciones de adentro y las invasiones de afuera, que se desataron á un tiempo en ruina del Estado creyéndole indefenso.

La muerte de Guzman sucedió desgraciadamente en el año de 1309. Habia conquistado á Gibraltar miéntras que el Rey Fernando sitiaba á Algeciras: y entrándose después por las sierras de Gausin, pereció á manos de los Moros en un encuentro que tuvo con ellos.


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