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Siluetas parlamentarias: 10

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


ERNESTO COLOMBRES


Refiriéndose á la juventud estudiosa, y contestando á una carta de amigo, se expresaba en estos términos una inteligencia sobresaliente, y cuya pluma hace las veces de timón político en un diario de la tarde:

«La unidad efímera que entre nosotros existe, es semejante al apiñamiento de los granos en la espiga que los reúne, y á la cual doran...... «El calor, el vendabal los separan y arrojan en otra tierra, para que cada grano dé la planta, de que era una promesa y un germen.

«Lo mismo nos pasa á los jóvenes: la madurez de los años, y los vientos inconstantes de la suerte, los separan é impelen, obligándolos á buscar el centro que mas favorezca los hábitos y necesidades de su existencia.

«Pero al mismo tiempo me digo: —¿qué impide preparar un terreno amplio, feraz y generoso, para que esa simienta moral llamada jóven Busque en él con preferencia y encuentre, un desarrollo mas vigoroso, fácil y fecundo?...»

Tratábase de la fundación del actual Centro Jurídico y de Ciencias Sociales.

Habia que luchar en pro de tan séria institución, contra la vanidad de los unos, el igualitarismo de los otros, la verbosidad de los de mas allá y la indiferencia de los de acullá.....

En fin, se necesitaba un Pasteur, que atenuase la inoculación forzosa de esos gérmenes perjudiciales para el porvenir de un centro que aspiraba á la actividad fecunda y progresiva.

Había, entre los estudiantes de jurisprudencia, un alumno mas jóven de lo que sus nazarenas patillas denunciaban, de reflexión menos fogosa que la mirada de sus negros ojos, y de acento tan persuasivo como el general aspecto de su rostro.

Su candidatura presidencial sirvió de escudo á los mejor intencionados, y la asociación jurídica salvó de aquella inminente hemorragia umbilical.

A los seis meses, se inauguraban las conferendías del Centro Jurídico; y al año, este núcleo pensador contaba con su Revista oficial, destina á representar ante el estrangero los intereses científicos de la Jurisprudencia Argentina.

He ahí el primer paso en que el Dr. Ernesto Colombres demostró el vigor de los resortes de su actividad, y la estensión de su registro intelectual.

Regresaba yo de Catamarca «en lomos» de un feo pero sufrido rocín.

Durante dia y medio, no hice sino trotar sobre esa angosta serpiente de veinte leguas que se llama «la cuesta del Totoral.»

No imajino nada mas grandioso.

Aquel robusto brazo de los Andes presenta al través una delgada sección, practicada á fuerza de pólvora y de acero.

Es una quebrada artificial, blanqueada por el tránsito de diligencias y carretas.

Debajo, los precipicios, rellenos por la menlancólica frondosidad de los quebrachos, ó la desoladora intermitencia de los cactus.

Encima, los vapores de las nubes, como respiraciones condensadas del abismo.

Delante, cumbres al parecer inaccesibles, pero sobre cuyas faldas se divisa un hilo blanco; la continuación del camino que recorremos.

Detrás, las montañas que un momento antes asustaban y que van reduciendo su estatura, á medida que el espectador avanza.

Enfrente, los ásperos picos, sobre cuyos bosques con apariencia de musgo, flotan como capullos de algodón los desgarrados cumulí....

Demonio! Pues no me voy metiendo en un laberinto literario-descriptivo!

Llegué á San Pedro. Antes de tomar el tren para Tucaman, llegó el que de esa ciudad venia para Córdoba.

Un abrazo inesperado! Era Colombres, risueño, feliz, rechoncho.

Venia á Buenos Aires, en busca de esa mitad del alma de que habla Castelar. Había invernado en Tucuman, dando vida á El Orden, como aquí aceleró las funciones fisiológicas del Centro Jurídico.

Y engordó en medio de las ágrias contiendas del periodismo local! Era un colmo.

Dos años después, volvía á Buenos Aires con su diploma de Diputado Nacional debajo del brazo.

Y no hace un mes que se estrenó con el informe sobre la ley de reorganización de los tribunales de la Capital....

Hay, pues, en Colombres, el jurista, el orador y el periodista.

Como jurista, la política no le dió tiempo para enriquecer el derecho nacional con sus originales concepciones científicas.

Periodista, la política convirtió su pluma en estoque, con el que ha sacado sangre á sus enemigos, contra las tendencias naturales de su carácter poco adecuado para semejantes reyertas.

Orador, la política tambien hizo un accidente del importante tópico, sobre el cual ensayó sn primer discurso.

Maldita política! A qué precio le ha abierto las puertas del Parlamento Nacional!.....

Ha tenido que descabezar las flores de sus mas bellas ilusiones; ha sentido amargarse el agua dulce de su sensibilidad, al dar paso á la marejada de la pasión impetuosa y vehemente......

El escepticismo cosechado en el palenque periódico, acídula su frase correcta y simpática; el gesto de la contrariedad ha profanado la virginidad de su sonrisa; y el relámpago de la ironía ha dejado huellas fosfóricas en el cielo de su mirada dulce y apacible.

¿Reproche? —Nó; al revés, debemos felicitarnos de la metamorfosis del manso, humilde y modesto Colombres que partió hace dos años para su provincia natal.

Tucumán nos los devuelve con el alma surcada de cicatrices, pero con «cascara de hierro.»

Por otra parte, las tareas legislativas se encargarán de recordarle el camino del Centro Jurídico, ese taller que contribuyó á fundar el hoy diputado tucumano, y que cuenta en la actualidad con cerca de doscientos obreros, poco entusiastas pero regulares pagadores. Colombres forma parte de la Comisión de Códigos,cuyos miembros, aprovechando las aficiones del flamante congresal, hánle endosado la pesada tarea de los informes.

Con estos hizo su debut.... Pero estaba muy próxima la fecha en que abandonó la mesa de redacción de El Orden.

Y su primer discurso se resintió de esa generalización á que se habituan los periodistas, cuando «luchan por el tema» en localidades de secundaria importancia por lo que toca al movimiento público, social ó económico.

Ya pelechará, perdiendo todo el pelo periodístico de la dehesa política á donde lo arrastró la vorágine de la última contienda electoral

Simpática presencia, acento agradable, timbre claro y flexible, tono elevado, frase correcta y fácil elocución, son condiciones de no despreciar, y que constituyen la materia prima de una mas que regular oratoria.

El Dr. Colombres puede engarzarlas en su sólido talento, para ostentar la joya de una buena reputación en el ars loquendi. Para ello, además de la supresión de sus resabios de redactor político, debe ir procurándose algunas prendas que escasean en su equipo oratorio.

La desenvoltura. Quiero decir que debe dar mayor salida al vapor, á fin de evitar la impresión fatigosa de discursos cuya marcha insegura tiene un deplorable parecido con el viage de ensayo de una locomotora, sobre rieles recien instalados.

El desaliño. Una construcción matemática hace de la elocuencia algo tan monótono como la absoluta simetría en el arte arquitectónico.

Hay que habituarse á la esposición mas natural que lógica, en pro de la variedad oratoria y como gimnasia de los resortes sintéticos del entendimiento.

Finalmente, la contundencia.

Esta no depende del número, ni de la fuerza aislada de los argumentos.

Media docena de bastones, ligados por las estremidades, valdrían menos que una mala caña de pescar.

Amarrados en haz, serán mas contundentes que un buen garrote de tala.

Maestro ciruela, me permito apuntar esas indicaciones, sino de buen por lo menos de regular sentido, en la pretensión de que Colombres no las reputará pretensiosas ni inoficiosas.

Como si le hubiese dicho que era un orador formado, tampoco se habia envanecido hasta el punto de espetar un discurso por hora, aunque fuese para demostrar la trascendencia de un cuarto intermedio parlamentario.

Por otra parte, tenia hambre de echarlas de mentor.

Y Colombres ha venido de perilla.

No es mi adversario político, económico ó religioso.

Y le debo un favor: el de su amistad.


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