Esta página ha sido validada
— 187 —
— Yo no amo á Manuela.
— Entónces?
— Te engañé por hacer que pasases un mal rato.
— De veras?
— Te lo juro!
— Me alegro, dijo Lindoro, no convencido completamente aún.
— Y para que no lo dudes, quiero darte una prueba de ello.
— Una prueba?
— Sí; voy á llevarte á casa de esa jóven.
Acuña dejó escapar una exclamacion de alegria.
— Cuándo? preguntó.
— Ahora mismo, si quieres.
— Oh! Armando! ¡Cuán agradecido te estoy! Y yo, torpe, que creí que me habias engañado!
— Ahí tienes lo que son las cosas.
— Pero ¿de qué pretexto vas á valerte para presentarme?
— Ya sabes que borda, y es un medio muy usado el de ir á encargar un trabajo para presentarse á una niña.
— ¡Es verdad! No se me habia ocurrido. Vamos, vamos al punto!