rables en Trípoli y el Cairo; cada una de ellas contenia ciento diez mil volúmenes.
En el Siglo VIII Carlo Magno desplegó gran celo y actividad para reorganizar bibliotecas. La mas afamada en Francia era la de Saint—Germain—des—Prés.
La Alemania hacia alarde en aquella época de las de Fulda y Korvey y en el siglo XI de la de Hurschau.
En el siglo XII los árabes poseian en España setenta bibliotecas públicas, todas de bastante consideracion, entre ellas la de Córdoba que contenia mas de cien mil volúmenes.
En Inglaterra Richard Aungervyle, en Italia Petrarca, Bocacio y otros muchos buscaron y reunieron con afan multitud de manuscritos; y finalmente cuando se hizo menos dificil y costosa la formacion de las bibliotecas por la admirable invencion de la imprenta, por todas partes se plantearon establecimientos de esta clase. Dificil sería querer determinar exactamente el número de volúmenes que contienen todas las bibliotecas, pues los autores que de ellas se han ocupado, han estampado en sus obras tan contradictorias, que nos hacen desconfiar. De la del Vaticano en Roma, por ejemplo, dicen algunos que contiene cuarenta mil volúmenes, mientras que otros hacen subir este número hasta cuatro cientos mil. Comparando estas noticias tan diferentes, creemos que no estará muy descaminada la que vamos á dar. olanl BIBLIOTECAS DE ESPAÑAto que nuestra nacion es Puede creerse con mucho fundamenmas rica del mundo en esta clase de establecimientos, aunque el número de volúmenes que cada uno contiene no sea tan grande como el de algunos del extrangero.
Vamos á ocuparnos primeramente, aunque sin detenernos en detalles circunstanciados, de las principales bibliotecas que poseen la Corte y algunas provincias, á que seguirá una noticia, tan bien concisa, de las principales de Europa.
