Abrazole D. Luis lleno de júbilo dándole gracias por su generosidad, y enterándole de todos sus proyectos, despues de haberle referido cuanto tenia relacion con aquel asunto, se despidió de él admitiendo una carta que le dió para su tio.
Fué en seguida en busca de su padre y le dijo:
―Tengo una carta para D. Diego y otra que voy á enseñar á V., que serian suficientes para que no me fuese negada la mano de mi bella Anita.
Acto contínuo le enseñó la carta de esta y la que acababa de darle su primo, y le refirió cuanto con él le habia pasado, añadiendo que aunque los dos sentian haber llegado á las manos, no habian podido evitarlo.
Si bien se alegró interiormente su buen padre de que las cosas hubiesen llegado á aquel estado, riñóle sin embargo amistosamente por haber obrado con tan poca reflexion ocultándole aquel lance; y deseando conocer al generoso oficial, hizo que le llevase á su casa, donde se reiteraron las protestas de amistad.
