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Página:El Cardenal Cisneros (11).djvu/21

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quisiere, porque no proueyendo el Cardenal los Obispados, ni las encomiendas, ni los beneficios que son de calidad, todo lo otro que prouee acá lo podrá su alteza, en dia que uiniere, proueerlo á su uoluntad, syno le agradare lo que el Cardenal quiere hecho, y todas las cosas le deue rremitir, que en uerdad se puede su alteza alabar que nunca y jamas príncipe tobo tal servidor, ni padre, ni mayordomo de su hazienda.»


LXX.

Los últimos meses de la Regencia y de la vida de Cisneros, fueron de una lucha terrible, teniendo que apaciguar al alborotado pueblo, que clamaba por la venida del Rey, y resistir las pretensiones insolentes de algunos Grandes. El Duque del Infantado, el Conde de Ureña y el Duque de Alba se pronunciaron abiertamente contra Cisneros, porque no conseguían que favoreciese sus intereses particulares; al mismo tiempo que en muchas ciudades brillaban ya los chispas, notábanse los preludios que anunciaban la guerra de las Comunidades. Hablemos particularmente de cada uno de estos casos.

Ün pleito dió ocasión á la actitud casi rebelde del Duque del Infantado. Poseia esta casa el Señorío de Veleña, que el hermano segundo del Duque habia vendido al Conde de la Coruña. La venta estaba hecha en debida forma, pero habiendo visto el Duque entre los papeles de su casa que podia recobrar el Señorío, pagando el tanto de lo que su hermano habia recibido al venderlo, entabló el pleito que seguía su curso tarda y perezosamente en la Cancillería de Valladolid. Cisneros quiso evitar estas lentitudes y los gastos consiguientes en las Cancillerías, no para este caso en particular, sino en beneficio de todos los que tuviesen que entender con Tribunales; pero al saberlo los litigantes poderosos, que esperaban un buen éxito, más del favor que de la justicia de su causa , apelaron á la Corte de Flándes, y allí obtuvieron cédulas de suspensión. Uno de los favorecidos fué el Duque del Infantado, y al saberlo Cisneros, que tenía parentesco con el Conde de la Coruña, se quejó al Rey en términos muy sentidos, diciéndole: «que aunque este negocio no me tocara á my syno al menor destos rreynos, su alteza no debiera mandar dar tal cédula ni suspensyon, porque