Página:El Cardenal Cisneros (11).djvu/5

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como decia Cisneros, «la péndola y libro de todo lo que en su poder entrase, y hazerle cargo dello.» Reemplazaba con autoridades dignas y celosas las que por prevaricadoras, crueles ó abandonadas eran poco queridas en los pueblos, haciendo castigar por los tribunales ordinarios á aquellos cuyos excesos se demostraban. Pedia á Flándes un mandamiento del Rey para que todos los funcionarios que tuvieran en su poder «qualesqujer escripturas ó rregistros, ó instrumentos de qualquier qualidad que sean, que toquen á la corona rreal ó al servicio del rrey nuestro Señor, ó á su estado, é á sus rreynos, ó á cosa de su hacienda, ó cosa que le toque en qualquiera manera» se los entregaran á fin de recogerlos en un archivo que se proponia establecer, reforma patriótica de grande interes nacional que se aplazó no ciertamente por culpa de Cisneros, y que vino á ejecutarse por fin en tiempo de Felipe II, destinándose entonces á este objeto la fortaleza de Simancas, en donde todavía hoy está establecido el archivo general de nuestra patria. Mandó constituir tres grandes depósitos militares, sobre todo de artillería, en Medina del Campo, en Alcalá y en Málaga, á fin de que rápida y vigorosamente se pudiera acudir á sofocar toda rebelión desde cualquiera de aquellos tres puntos, estratégicamente colocados, si bien no vio establecido más que el de Medina del Campo. Quiso poner en claro los rendimientos de las Ordenes militares, y venciendo toda clase de resistencia con la constancia y energía que le caracterizaban, cortó muchos abusos, recobró para el Rey dos ciudades que la orden de Calatrava creia suyas, hizo entrar en el Real Tesoro rentas que los caballeros se habian apropiado, y á pesar de todo no fué grande la malevolencia de los caballeros con él, porque al mismo tiempo cuidó de devolverles algunos privilegios de que el Rey Católico les había despojado.

De esta manera Cisneros podia pagar algunas deudas atrasadas; podía atender á los gastos de las reformas que había introducido en el ejército de mar y tierra, y podía decir á Flándes que la Hacienda Real entonces se encontraba como nunca [1]. Estos cuidados de Cisneros por los medros de la Hacienda española lucían, empero, muy poco por los dispendios y prodigalidades de Flándes. Creia D. Cárlos conquistarse el afecto de los Grandes de España mostrándose espléndido con ellos, y lo que hacía era despertar

  1. Carta LXXXIV de la Colección de Gayangos y la Fuente.