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Página:El Cardenal Cisneros (11).djvu/7

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dia á Flándes para que D. Cárlos viniese á sus reinos, pero los Flamencos le detenian con uno ó con otro pretexto, porque querian prolongar aquel estado de cosas que tan pingües ganancias les daba, y además porque temian perder toda su influencia al llegar á España en su cualidad de extranjeros. Obligado sin duda por la Corte de Flándes, que le pedia continuamente dinero, Cisneros acometió una reforma atrevidísima que iba á crear muchos descontentos, pero que realizaba sin duda economías de consideración. Tal fué la supresión de muchas pensiones que se pagaban como cargas de justicia á muchos servidores del Estado ó de los Reyes, que en aquellos tiempos eran su única y legítima representacion. Esta medida, que realmente era odiosa, porque todo el mundo decia que tales economías se realizaban para saciar á los voraces Flamencos, se llevó á cabo por Cisneros con gran espíritu de imparcialidad, empezando por aplicarla á sus mejores amigos, como eran los herederos del Gran Capitán, y sin que se exceptuase la pensión de que gozaba el sabio humanista Pedro Mártir, que desde entónces no fué ya tan entusiasta del Cardenal. Hay quien supone que Cisneros realizaba esta reforma con un espíritu de abnegación y de lealtad al nuevo Príncipe, que merecería ios mayores elogios, pues recogía de este modo, ausente el Soberano, toda la odiosidad para sí, y dejaba á D. Cárlos ocasión y medios para cuando llegase á España de mostrarse liberal y espléndido con sus subditos españoles. Inclinámonos á creer que en esta ocasion obraba Cisneros obligado por instrucciones secretas y perentorias de la corte de D. Cárlos, y que acaso, con el pensamiento fijo en estas duras exigencias, escribía por entónces en alguna de sus cartas: que se hacía odioso á las personas de su país, que todos los dias se le daba comisión de quitar y no de dar, y que en fin, se servian de él, como Dios se sirve del demonio, para hacer mal y no para hacer bien.


LXVII.

A más de los cuidados que daba á Cisneros la situación de España, tenía que atender á las complicaciones de todo linaje que se suscitaban en el extranjero, principalmente en Italia. No es necesario esforzarse para demostrar la importancia que en todos tiempos y sobre todo en aquel, tenía la embajada de Roma para España. Roma que aun en el día hoy, en que el Papado está en su