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Y el Inglés:

—¡Nitesgut español!

Y el Tudesco estaba de suerte, que lo dió por recibido, dando permisión que hablasen los demás por él en aquellas cortes.

Don Cleofás, que los vió palotear y echar espadañadas de vino y herejías contra lo que había dicho su camarada, acostumbrado a' sufrir poco y al refrán de "quien da luego, da dos veces", levantando el banco en que estaban sentados los dos, dió tras allos, adelantándose el compañero con las muletas en la mano, manejándolas tan bien, que dió con el Francés en el tejado de otra venta que estaba tres leguas de allí, y en una necesaria de Ciudad Real con el Italiano, porque muriese hacia donde pecan, y con el Inglés, de cabeza en una caldera de agua hirviendo que tenían para pelar un puerco en casa de un labrador de Adamuz; y al Tudesco, que se había anticipado a caer de bruces a los pies de don Cleofás, le volvió al Puerto de Santa María, de donde había salido quince días antes, a dormir la zorra. El Ventero se quiso poner en medio, y dió con él en Peralvillo, entre aquellas cezinas de Gestas, como en su centro.

Volviéronse, con esto, a sentar a comer de los despojos que había dejado el enemigo, muy de espacio, y estando en los postreros lances de la comida, entraron algunos mozos de mulas en la venta, llamando al Huésped y pidiendo vino, y tras ellos, en el mismo carruaje, una compañía