Página:El juguete rabioso (1926).djvu/110

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
102
El juguete rabioso

pesos. ¿Que hacer entonces? Y no sabiendo si pudiera asesinar a álguien, si al menos hubiera tenido algún pariente rico a quien asesinar y responderme, comprendí que nunca me resignaría a la vida penuriosa que sobrellevan naturalmente la mayoría de los hombres.

De pronto se hizo tan evidente en mi conciencia la certeza de que ese anhelo de distinción me acompañaría por el mundo, que me dije:

—No me importa no tener traje, ni plata, ni nada — y casi con vergüenza me confesé:

—Lo que yo quiero, es ser admirado de los demás, elogiado de los demás. Que me importa ser un perdulario. Eso no me importa... Pero esta vida mediocre... Ser olvidado cuando muera, esto si que es horrible. !Ah, si mis inventos dieran resultado! Sin embargo algún día me moriré, y los trenes seguirán caminando, y la gente irá al teatro como siempre, y yo estaré muerto, bien muerto..muerto para toda la vida.

Un escalofrío me erizó el vello de los brazos. Frente al horizonte recorrido por navíos de nubes, la convicción de una muerte eterna espantaba mi carne. Apresurado, cogiendo el plato fuí a la pileta.

¡Ah, si se pudiera descubrir algo para no morir nunca, vivir aunque fuera quinientos años!

El cabo que dirigía los ejercicios de intrucción, me llamó.

—Drodman, dice el capitán Marquez que vaya.

—En seguida, mi cabo 1°.

Durante el ejercicio, por intermedio del sargento, había solicitado permiso al capitán Marquez, con objeto de pedirle consejo acerca de un mortero de trinchera que había ideado, para arrojar proyectiles que permitieran destruir mayor cantidad de hombres, que los srapnells con sus explosivos.

Interiorizado de mi vocación, el capitán Marquez