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El juguete rabioso

—¿Y Vd. que participación tiene en el asunto?

—Yo... yo he sido invitado a esta fiesta como un simple conocido. El Rengo llegó a casa y me propuso que le acompañara.

—¿Cuando le vió a Vd.?

—Aproximadamente hoy a las dos de la tarde.

—Antes ¿no estaba Vd. en antecedentes de lo que ese sujeto preparaba?

—De lo que preparaba no. Conozco al Rengo; nuestras relaciones se establecieron vendiendo yo papel a los feriantes.

—Entonces Vd. era su amigo... esas confianzas sólo se hacen a los amigos.

Me ruborizé.

—Tanto como amigo no... pero siempre me interesó su psicología.

—¿Nada más?

—No, ¿por qué?

—Decía... ¿pero a que hora debían venir Vds. esta noche?

—Nosotros espiaríamos hasta que Vd. saliera para el Club, después la mulata nos abriría la puerta.

—El golpe está bien. ¿Cuál es el domicilio de ese sujeto llamado Rengo?

—Condarco 1375.

—Perfectamente, todo se arreglará. ¿Y su domicilio?

—Caracas 824.

—Bien, venga esta noche a las 10. A esa hora todo estará bien guardado. Su nombre es Fernán González.

—No, me cambié de nombre por si acaso la mulata conociera ya y por intermedio del Rengo, mi posible participación en el asunto. Yo me llamo Silvio Astier.

El Ingeniero apretó el botón del timbre, miró en redor; momentos después se presentó la criada.