Página:El juguete rabioso (1926).djvu/171

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
163
Roberto Arlt

El semblante de Arsenio Vitri conservábase impasible.

—Gabriela, el señor va a venir mañana a la mañana a buscar ese rollo de planos — y le señaló un manojo abandonado en una silla — aunque yo no esté se lo entrega.

Luego levantóse, me estrechó fríamente la mano y salí acompañado de la criada.

El Rengo fué detenido a las nueve y media de la noche. Vivía en un altillo de madera, en una casa de gente modesta. Los agentes que le esperaban, supieron por el Pibe que el Rengo había venido, "revolvió el bagayo y se fué". Como ignoraban cuales eran los lugares que acostumbraba frecuentar, presentánronse inopinadamente a la dueña de casa, se dieron a conocer como agentes de policía y entraron por una empinada escalera hasta el cuarto del Rengo. Allí en apariencia no había nada que valiera la pena. Sin embargo, cosa inexplicable y absurda, colgadas de un clavo a la vista de todo el que entrara, encontrábanse las dos llaves: la de la caja de hierro y la de la puerta del escritorio. En un cajón de kerosene, con algunos trapos viejos, hallaron un revólver y en el fondo oculto casi, recortes de periódicos. Referían un asalto cuyos autores no había individualizado la policía.

Como las noticias de los periódicos trataban del mismo delito, se supuso con razón que el Rengo no era ajeno a esa historia, y precaucionalmente fué detenido el Pibe, es decir, se le envió con un agente a la comisaría de la sección.

En la bohardilla había también una mesa de pino tea blanca con un cajón lateral. Allí encontróse cierto torno de relojero, y un juego de limas finas. Algunas denotaban uso reciente.

Secuestradas todas las pruebas del delito, la encargada de la casa fué nuevamente llamada.