Entre tanto, la molinera se habia levantado y le tiraba al tio Lúcas un pellizco de paz, que le hizo ver estrellas, mirándolo al mismo tiempo con desenojados y hechiceros ojos.
El corregidor, que observara aquella pantomima, quedóse hecho una pieza, sin acertar á explicarse una reconciliacion tan inmotivada.
Dirigiósc, pucs, de nuevo á su mujer, y le dijo hecho un vinagre: —Señora: ¡Todos se entienden ménos nosotros! Sáqueme V. de dudas. ¡Se lo mando como marido y como corregidor!
Y dió otro bastonazo en el suelo.
—Conque se marcha V.?—exclamó doña Mercedes acercándose á la señá Frasquita y sin hacer caso de D. Eugenio.—Pues vaya V. descuidada, que este escándalo no tendrá ningunas consecuencias. Rosa!
alumbra á estos señores, que dicen que se marchan. Vaya V. con Dios, tio Lúcas.
Oh... no! gritó el de Zúñiga, interponiéndose. Lo que es el tio Lúcas no se