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marcha! El tio Lúcas queda arrestado hasta que sepa yo toda la verdad. ¡Hola, alguaciles! ¡Favor al rey!...

Ni un solo ministro obedeció á D. Eugenio. Todos miraban á la corregidora.

¡A ver, hombre, deja el paso libro!añadió ésta, pasando casi sobre su marido y despidiendo á todo el mundo con la mayor finura; es decir, con la cabeza ladcada, cogiéndose la falda con la punta de los dedos y agachándose graciosamente, hasta comple tar la reverencia que á la sazon estaba de moda, y que se llamaba la pompa.

—Pero yo... Pero tú... Pero nosotros..pero aquellos...seguia mascujando el vcjete, tirándole á su mujer del vestido y perturbando sus cortesías mejor iniciadas.

¡Inútil afan! Nadie hacia caso de su scñoría.

Marchado que se hubieron todos, y solos ya en el salon los desavenidos cónyuges, la corregidora se dignó al fin decirle á su esposo, con el acento de una Czarina de todas las Rusias que fulminase sobre un ministro