Página:La Condenada (cuentos).djvu/102

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
98
V. BLASCO IBÁÑEZ

La barca, abandonada de todo auxilio, corría á la muerte dando tumbos sobre las olas. Ya estaba próxima á los peñascos, ya iba á estrellarse entre torbellinos de espuma, y aquel hombre que tanto había despreciado la vida del semejante, que había nutrido á los tiburones con tribus enteras y que llevaba un nombre aterrador como una leyenda lúgubre, revolvíase furioso, sujeto por cien manos, blasfemando porque no le dejaban arriesgar la existencia socorriendo á unos desconocidos, hasta que, agotadas sus fuerzas, acabó llorando como un niño.