Página:La Condenada (cuentos).djvu/106

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trémula y atiplada- . ¿Soy acaso algún criminal? Soy un funcionario de Gracia y Justicia lo mismo que ustedes... y con treinta años de servicios. Que pregunten por Nicomedes; todo el mundo me conoce; hasta los periódicos han hablado de mi. Y después de alojarme en la cárcel, ¿aún quieren hacerme dormir en un desván que ni para los presos sirve? Muchas gracias. ¿Para esto me ordenan venir?... Estoy enfermo y no duermo ahí. Que me traigan un médico; necesito un médico.

Y el periodista, a pesar de su situación, reiase regocijado por la entonación afeminada y ridicula con que el de los treinta años de servi cios pedia el médico. Repitióse el murmullo de voces; discutian como si formasen consejo; oyéronse pasos, cada vez más cercanos, y se abrió la puerta de la sala de politicos, asomando por ella una gorra con galón de oro.

-Don Juan -dijo el empleado con cierta cortedad-, esta noche tendrá usted compañia... Dispense usted, no es mia la culpa; la necesidad... En fin: mañana ya dispondrá el jefe otra cosa. Pase usted... señor.