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LA PAELLA DEL «RODER»

distrito el majestuoso don José, de paso para Valencia. Quería tranquilizarle y que cesase en sus quejas, cada vez más alarmantes.

Como premio por sus atropellos en las elecciones, le había prometido el indulto, y Bolsón, que se sentía viejo y ansiaba vivir tranquilo como un labrador honrado, obedecía al señor todopoderoso, creyendo en su rudeza que cada barbaridad, cada crimen, aceleraba su perdón.

Pero pasaban los años, todo eran promesas, y el roder, creyendo firmemente en la omnipotencia del diputado, achacaba á desprecio ó descuido la tardanza del indulto.

La sumisión trocóse en amenaza, y don José sintió el miedo del domador ante la fiera que se rebela. El roder le escribía á Madrid todas las semanas con tono amenazador. Y estas cartas, garrapateadas por la sangrienta zarpa de aquel bruto, acabaron por obsesionarle, por obligarle á marchar al distrito.

Había que verles después de la paella, hablando en un rincón del huerto; el dipu-