Página:La romana. Presencia de la mujer en las Elegías del Corpus Tibullianum.djvu/54

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Lo que no avergüenza es el amor de la puella, marginal, urbano y elegíaco. La reconversión culmina en los versos finales: dux milesque bonus: uos, signa tubaeque, ite procul, cupidis uulnera ferte uiris, ferte et opes; ego composito securus aceruo dites despiciam despiciamque famem. hic ego vv.75-78 aquí soy yo jefe y buen soldado; vosotras, trompetas y estandartes, id lejos, llevad heridas a los varones deseosos, y llevad también riquezas; yo, seguro con mi provisión preparada, despreciaré a los ricos y despreciaré el hambre. Todos los motivos de la primera parte han sido alterados. El contragiro lo opera la puella, que se imagina como domina en sentido rural arcaico, pero que lo es en sentido actual y erótico-urbano.Vemos, pues, que la composición de la elegía se ordena según estos movimientos que convalidan la elección de un modo de vida en el que la mujer se privilegia por encima de todo ideal social. Duras ianitor ante foras (1.2) Después de las expresiones preliminares de la Elegía 1.1, el Libro l entra de lleno en el tema de la mujer amada. El exclusus amator (Copley 1956) se encuentra duras..ante fores (1.56), en una situación que empieza en el symposium e incluye un breve pasaje de paraclausithyron. La puerta permanece cerrada y el poeta recurre a los más variados tonos y argumentos para defender su amor. Toda la elegía crea una apariencia de ebriedad. El efecto proviene, particularmente, del modo digresivo al que se apela, con cortes y pasajes de una cosa a otra que podrían explicarse por esta mímesis: el enamorado simula una especie de borrachera. En este caso, la situación del poeta se plantea de inmediato, como si la elegía precedente le hubiera convenido de introducción: 54