lers (Lex. pers. lat. etym.) bajo la forma بشامق, baxámac, con la significación de tegmen pedum y calceus, y en Redhouse (Tur. Engl. Dyct.) bajo بـشـمـق, baxamac y باشمق, báxamac, con la de sandalias, escribe Dozy en su Suppl. el artículo siguiente: «Sólo usan las mujeres y los alfaquíes de estas pantuflas. Hácense de toda suerte de colores; pero los hombres no llevan más que las amarillas, llamadas القيسرى, alcaiserí, según notas manuscritas del imam de Constantina. En el harén las mujeres de Túnez calzan pantuflas de marroquí rojo ó verde, que se dicen bexmak.
A pesar de lo expresivo y categórico de este texto, la aserción de Cervantes de llevar los hombres los pasamaques en la fecha de su cautiverio en Argel y aun antes, nos parece indudable. Esta suerte de calzado lo usaban hasta los Emperadores turcos, en cuya corte había dos oficiales llamados بشمقدار, baxmacadár, cuyo era el oficio de llevar las sandalias del Sultán. Véase Vullers, ap. Quatremère, Hist. des Sult. maml., I, 100, núm. 131.
- Rabel.
«..... Y al son de un rabel, que admirablemente toca.» Cervantes, Don Quijote, primera parte, cap. LI.
Viene de رباب, rabéb, mudada la b final en l, y es vocablo genuinamente arábigo. Léese en Fétis (Hist. gen. de la musiq., II, págs. 143 y 144): «Dos suertes de rabel se conocen en la Arabia y en todo el Oriente: el uno de dos cuerdas y el otro de una. El rabel existía en Arabia desde los primeros siglos del islamismo. El Farabí, autor del siglo X de J. C., describe este instrumento. Entre los árabes actuales el rabel tiene dos cuerdas, y se llama rebab el moganí ó rabel del cantor; el que no tiene más que una se llama rebab ex-xaer, ó rabel del poeta, porque el músi-