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Página:Prosa por José Rizal (JRNCC, 1961).pdf/53

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podemos negar a ella las que no sabemos a que género de ser pertenecen exclusivamente.

En otra ocasión dijo que el hombre concibe las ideas de un modo material y siempre bajo una forma, y que no tiene nunca una noción exacta de lo que es infinito ni lo que es ilimitado, y que todo lo que se imagina o se forma en su inteligencia está en analogía con los objetos exteriores.

Una vez con motivo de un gran acontecimiento, dijo en medio de su entusiasmo que el hombre, para ser responsable de sus actos, para merecer el premio o el castigo, debe obrar solamente según su conciencia y su razón sin dejarse llevar de ajenas opiniones: porque desde el instante en que obra a influencias de otro, pierde su carácter de libre y no obra según él sino según los otros. Sostiene, sin embargo, que la conciencia debe ser ilustrada y sustraerse a toda presión. Dijo también que Dios no pide al hombre un imposible, y por consiguiente no le exige que vea blanco lo que es negro y negro lo que es blanco. "Si mi razón me dice que ha de ser así, no debo creer que ha de ser lo contrario: el que razone con más o menos claridad, eso no me incumbe; no tengo obligación de ser sabio, sino hombre de conciencia y de convicciones: sin embargo, yo no rechazo las luces siempre que me puedan alumbrar."

Yo notaba que apenas adelantaba en mis dos conquistas. Tanto el padre como la hija permanecían aún de pie y no se rendían. No obstante observé que el padre se mantenía más y más en sus opiniones y la hija se ablandaba de día en día aunque insensiblemente.

Veía allí tan claro la mano de Dios y estaba ya casi tocando el fruto de tantos trabajos, cuando un día cayó enfermo el padre para no levantarse ya más. Un joven médico, pariente de la casa, se encargó de asistirle; gozaba de gran reputación y que el mismo enfermo apreciaba como médico y como amigo. Excuso deciros que he ido a velar junto a su cama dos o tres noches, ya espiando todos los momentos para hablarle de Dios, ya platicando con su hija que se volvía de día en día más pensativa y más amable también para mí. Yo ya me interesaba mucho por ella quizás porque veía en ella el instrumento de Dios para fines laudables; y puedo aseguraros de la pureza de mis pensamientos. Y hasta hubiera sido capaz de casarme con ella si así hubiera sido menester, todo sea por amor de Dios.