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QUO VADIS

$9 otro poder, á la vez tierno é irresistible, merced al cual el amor mismo se hace infinito é inaccesible á cambios, engaños ni traiciones, invulnerable hasta en presencia de la muerte.

En sus pechos había la certidumbre plena de que, fuesen cualesquiera las eventualidades del mañana, no cesarían ellos de amarse y de pertenecerse el uno al otro. Por esta razón una indecible tranquilidad reinaba en sus almas.

Vinicio sentía también que ese amor no era tan solo profundo y puro, sino enteramente nuevo: un amor no conocido hasta entonces en el mundo y que el mundo no podría dar jamás.

Y en su alma todo iba á enfundirse, á condensarse en aquel amor: Ligia, las enseñanzas de Cristo, el suave fulgor de la luna irradiando plácidamente sobre los cipreses, la tranquila noche; así, para él, todo el Universo parecía estar impregnado y palpitando en ese amor.

Al cabo de algunos instantes la dijo á media voz y con acento conmovido: —Tú serás el alma de mi alma y el ser más amado en el mundo. Nuestros corazones latirán siempre unísonos, y unísona será también por siempre nuestra plegaria y nuestro himno de gracias al Señor.

¡Oh, amada mía! Vivir unidos, tributar unidos nuestro tierno homenaje á Dios, y saber que cuando venga la muerte tornarán å abrirse nuestro ojos,—cual después de un agradable sueño,—á una nueva luz, ¿qué cosa más bella y sublime podría imaginarse? Solo me sorprende no haber adivinado todo esto desde el principio.

¿Y sabes lo que ahora me viene á la mente?

Que nadie podrá prevalecer contra esta religión. Al cabo de doscientos ó trescientos años la habrá aceptado el mundo entero. Las gentes olvidarán á Júpiter, y no habrá ya otro Dios que Cristo, ni otros templos que los templos cristianos. ¿Y quién no querrá labrar su propia felicidad?