Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/15

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
13
QUO VADIS

Y aquí detuvose delante de Vinicio y le preguntó: —Y tú, ¿sigues apegado siempre al nardo?

—¡Dame paz!—contestó el joven.

—He deseado que veas á Eunice y te he vuelto á hacer mención de ella, porque acaso tú también estés buscando lejos lo que se halla cercano á tí. Posible es que ahora mismo, en algunos de los aposentos de tus esclavas, haya algún corazón ingenuo y leal que á tí esté consagrando sus latidos. ¿Por qué no habrías de aplicar ese bálsamo á tus heridas? ¿Dices que Ligia te ama? Bien puede ser. Mas, ¿qué clase de amor es ese que abdica sus prerrogativas?

No significa ello más bien que en esa joven impera otra fuerza más poderosa que su amor? No, querido, Ligia no es Eunice.—Y todo ello no es para mí sino un sólo y único tormento—contestó Vinicio.—Te observé cuando besabas en los hombros á Eunice y ocurrióseme entonces que si Ligia me presentara alguna vez sus hombros desnudos, no me importaría que en seguida se abriese la tierra á nuestros pies.

Pero también, ante esa sola idea, se apoderó de mí una especie de sobrecogimiento medroso, cual si acabase de ofender á una vestal ó intentara profanar á una deidad.

Ligia no es Eunice, más yo no aprecio la diferencia de igual manera que tú. El amor ha operado una revolución en tus órganos olfatorios, y prefieres hoy las violetas á las verbenas; pero en mi ha cambiado el alma; y así es como, á pesar de mi estado anhelante y miserable, prefiero que Ligia siga siendo lo que es, á que se parezca á las demás mujeres.

—En ese caso, no eres víctima de ningún agravio. Mas, no me doy cuenta de la situación.

—Cierto! ¡Cierto!—contestó Vinicio con acento febril.

—Nosotros no podemos ya entendernos!

Sucedióse otro intervalo de silencio.

Petronio exclamó por fin: