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QUO VADIS

dol ¿Qué griego, ni mucho menos qué bárbaro pdo jamás esperar esto?

Y en cuanto a los silbidos, ello no tiene vuelta de hoja; porque un montón de cenizas, ora proceda del humilde hogar de un pastor, ora de una ciudad incendiada, nunca será otra cosa que un montón de cenizas, que más tarde ó más temprano ha de aventar el aire.

Y al paso que tal decía, volvíase de tanto en tanto hacia el incendio y contemplaba las hondas llameantes con una expresión llena de malicia y complacencia.

—¡Y perecerá! ¡Y perecerál—continuaba diciendo,—y no volverá jamás á levantarse sobre la faz de la tierra.

¿Dónde mandará el mundo ahora su trigo, sus aceitunas y sus tesoros? ¿Quién la estrujará en adelante á la vez oro y lágrimas? El mármol no se quema, pero se desmorona al fuego. Y el Capitolio se ha de convertir en polvo, y polvo se ha de volver también el Palatino. ¡Oh, Zeus! Roma ha sido una especie de pastor, y las demás naciones las ovejas. Cuando el pastor sentía hambre, mataba una oveja, comíase la carne y á tí, joh, Padre de los dioses! ¡ofrecía lapiel! Y ahora, ¿quién, joh, tú, nubífero potente! se encargará de esas matanzas y en qué manos pondrás el látigo del pastor? Porque Roma está ardiendo, joh, Padre!

tan completamente como si le hubieras fulminado uno de tus rayos?

—Apresúrate!—gritó en ese momento Vinicio;—¿qué estás haciendo ahí?

—Señor, estoy llorando sobre las ruinas de Roma, la ciudad do Jovel Durante algún tiempo siguieron caminando en silencio, atentos á los retumbos del incendio y al batir de alas de las aves. Porque á la sazón una multitud de palomas,que tenían sus nidos en las casas de campo y en pequeños de la Campania, y también toda clase de aves procedentes de las orillas del mar y de las montañas circunvecinas, confundiendo acaso los resplandores del incendio con la