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QUO VADIS

porque los cristianos, aunque pobres, distribuyen más limosnas que todos los demás habitantes juntos.

Esta explicación pareció suficientemente plausible á Vinicio, quien preguntó entonces con menos severidad: —¿Y no sabes dónde vive Lino al presente?

—Tú me hiciste aplicar en una ocasión, riguroso castigo por mi curiosidad,—replicó el griego.

Vinicio calló entonces y prosiguió su camino.

—¡Oh, señor!—dijo Chilo después de algunos momentos, —á no ser por mí tú no habrías encontrado á la doncella, y si ahora la encontramos nuevamente, espero que no olvides á tu desvalido sabio.

—Recibirás una casa con una viña en Ameria.

—Gracias te sean dadas. joh, Hércules! ¿Con una viña?

¡Gracias, mil gracias! ¡Oh, sil que tenga viña!

A la sazón, iban por el Monte Vaticano, que se veía iluminado por los fulgores rojizos del incendio; pero más adelante de la Naumaquia torcieron á la derecha, de manera, que apenas pasaran el Campo Vaticano, llegarían al río, y después de atravesarlo, se dirigirían á la Puerta Flaminia.

De repente, Chilo, refrenó su mula y dijo: —Se me ocurre una feliz idea, señor.

—Habla! —dijo Vinicio.

—Entre +1 Janículo y el Monte Vaticano, detrás de los jardines de Agripina, existen unas excavaciones, de las cuales, se ha estado extrayendo piedras y arena para construir el circo de Nerón.

Pues bien, escúchame, señor. Hace poco, los judíos, de los cuales, como tú sabes, hay un gran número en el TransTiber, han empezado de nuevo á perseguir cruelmente á los cristianos. Recordarás que en tiempo del divino Claudio hubo tales disturbios, que el César vióse obligado á decretar la expulsión de los israelitas de Roma.

Y ahora que han vuelto, y que gracias á la protección de la Augusta, se sienten seguros, han tornado á molestar á los cristianos de más insolente manera. Yo sé esto, por-