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QUO VADIS

en el peor de los casos, alli sabremos noticias exactas de lo que á él se refiere.

—¡Tienes razón; llévame allil—dijo entonces el tribuno.

Chilo al oír estas palabras torció sin vacilar á la izquierda, en dirección al monte.

Por espacio de algunos momentos la ladera de éste ocultó el incendio á la vista de ambos, de modo tal, que aun cuando las alturas cercanas destacábanse en la zona de la luz, Vinicio y Chilo se encontraron ahora en la sombra.

Cuando hubieron pasado el Circo, torcieron de nuevo á la izquierda y penetraron en una especie de pasaje completamente obscuro. Pero en medio de esa lobreguez vió el joven brillar muchísimas linternas.

Allí están,—dijo Chilo.—Habrá hoy mayor número de ellos áue nunca, porque los demás oratorios han sido consumidos por las llamas ó se encuentran llenos de humo, como todo el Trans Tiber.

—Así es,—dijo Vinicio;—ya oigo sus cánticos.

Y en efecto, el ruido de las voces de los que cantaban llegaba á la sazón hasta el monte desde aquella lóbrega abertura y las linternas desaparecían tras ella una después de otra.

Y desde los pasajes laterales, nuevas formas ibanse dejando ver continuamente, de manera que al cabo de algún tiempo Vinicio y Chilo se encontraron en medio de una gran reunión de individuos.

Chilo se deslizó de su mula y haciendo señas á un muchacho que alli cerca se hallaba sentado, le dijo: —Soy sacerdote de Cristo y obispo. Quédate á cargo de nuestras mulas; recibirás mi bendición y te serán perdonadas tus culpas.

Y luego, sin aguardar contestación, puso en las manos del muchacho las riendas de ambas mulas y en unión de Vinicio se incorporó á la multitud que avanzaba.

Penetraron á la excavación al cabo de algunos momen-