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QUO VADIS

—¡Así lo haremos! ¡Así lo haremos!

—Pues bien, oid! La ciudad será reconstruída y se os abrirán los jardines de Lúculo y Mecenas, del César y Agripina. Mañana empezará la distribución de trigo, vino y aceitunas, en forma tal que cada uno de vosotros quede lleno hasta el gollete. Además, hará el César que dispongan para vosotros juegos y espectáculos hasta ahora nunca vistos, durante los cuales tendréis banquetes y espléndidos obsequios. Y seréis más ricos después del incendio que antes.

Le contestó un murmullo inmenso, que pareció extenderse desde aquel punto, como centro, en todos sentidos, á la manera que se alza la onda sobre el agua en el propio sitio en donde una piedra ha sido echada.

Y los que estaban más próximos repitieron á los que se hallaban distantes las palabras de Petronio.

Y en seguida se escucharon por todos lados voces de cólera ó de aplauso, que se reunieron por último en solo grito universal de: ¡Panem et circenses! (Pan y juegos!) Petronio envolvióse en su toga y permaneció por espacio de algunos instantes atento é inmóvil semejando con su blanca vestidura una estatua de mármol.

Siguió acreciendo el rumor, ahogó los estallidos crepitantes del incendio y fué contestando por todas partes y hasta las más lejanas distancias.

Mas, era evidente que deseaba el enviado agregar algo, porque siguió esperando que volviera el silencio á restablecerse.

Finalmente, imponiéndolo de nuevo con un ademán, dijo: —Ya os he prometido panem et circenses; ahora gritad: «¡Viva el Césarl» el César que os viste y alimenta. Y en seguida, retirate á descansar, plebe querida, porque antes de mucho despuntará la aurora.

Y así diciendo volvió bridas á su caballo, fué apartando ligeramente con su bastoncillo las cabezas de los que