Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/224

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
220
QUO VADIS

—Os los entregaré á todos! pero, japresuraos! ¡apresuraos!—exclamó con voz ronca.

CAPÍTULO L.

Alsepararse del César, Petronio había ordenado que le condujeran a su casa de las Carenas, la cual, rodeada por jardines en tres de sus costados y dando frente á la plaza Cecilia, había escapado afortunadamente del incendio.

Por esta causa otros augustianos, que habían perdido sus casas y dentro de ellas considerables riquezas y numerosas obras de arte, alababan la buena suerte de Petronio.

Verdad es que por espacio de largos años habíasele llamado siempre el hijo predilecto de la Fortuna, calificativo cuya exactitud había parecido confirmar la creciente amistad que el César habiale demostrado en los últimos tiempos.

Pero, ese hijo predilecto de la Fortuna, bien podía ponerse ahora á meditar acerca de la volubilidad de su madre, mejor dicho, acerca de su semejanza con Cronos, que devoraba á sus propios hijos.

—Se hubiese incendiado siquiera mi casa,—dijose asimismo, y con ella mis gemas, mis vasos etruscos, mis cristales de Alejandría y mis bronces corintios, y entonces Nerón bien podría haber olvidado la ofensa. ¡Por Pólux!

¡Y pensar que sólo de mi ha dependido el ser prefecto en este propio momento! Y habría entonces declarado que Tigelino era el autor del incendio, —como lo es en realidad,—héchole vestir la «túnica dolorosa», entregandolo al populacho, brindado protección á los cristianos y reconstruído á Roma. ¿Y quién sabe si entonces hasta hubiera empezado una nueva era para los hombres de bien?

Yo debí asumir ese puesto, si bien hubiera sido tan solo por consideración á Vinicio. Y en caso de sentirme abrumado por la tarea, quedábame el recurso de transferir el