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QUO VADIS

mando al propio Vinicio, á lo cual no habría ni siquiera intentado oponerse Nerón Y entonces, aun ouando mi sobrino hubiera bautizado á todos los pretorianos y hasta al mismo César, ¿qué daño podría de ello resultarme á mí?

Nerón piadoso, Nerón lleno de virtud y de clemencia: ¡qué entretenido espectáculo!

Y su indolencia era tan grande que empezó á reir ante esa perspectiva.

Pero minutos después sus pensamientos siguieron otro rumbo.

Parecióle hallarse todavía en Ancio y que Pablo de Tarso le decía: «Nos llamais enemigos de la vida; pero contéstame, Petronio: si el César fuera cristiano y obrara con sujeción á las enseñanzas de nuestro credo, ¿no habría mayor seguridad y bienestar en la vida?» Y al recordar esas palabras repuso: —¡Por Castor! No importa cuantos sean los cristianos que aquí asesinen: Pablo encontrará un nuevo refuerzo de otros tantos; porque él tiene razón, á menos que sea posible que el mundo descanse sobre la base del crimen. Y quién sabe si este no llega á ser el caso en breve? Yo mismo que he estudiado no poco en la vida, no he aprendido á ser un pícaro suficientemente grande; por lo cual nece.sario será que me abra las venas. Pero, en todo caso, ello habría debido terminar así, y si no así, de cualquier otro modo. Lo siento por Eunice y por mi vaso mirrino; pero Eunice está hoy libre y el vaso me lo llevaré. ¡No se ha de quedar con él Enobarbo en ningún caso! Lo lamento asimismo por Vinicio. Y aún cuando últimamente me he sentido menos fastidiado que antes, estoy listo. En este mundo hay cosas bellas; pero la mayor parte de los hombres son tan viles, que la vida no merece apenarse por ella..

Quien ha sabido vivir, debe saber morir. Aun cuando pertenezco al número de los augustianos, he sido más independiente de lo que se ha creído.

Y aquí se encogió hombros, agregando: