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QUO VADIS

que no falte á los juegos en que han de tomar parte los cristianos.» ¿Entiendes lo que esto significa? Quieren hacer de tu dolor un espectáculo. Es asunto ya resuelto. Débese á ello quizás el que tú y yo no estemos aun en la prisión. Si no te es posible libertarla inmediatamente, no sé qué decirtel Pudiera ser que Actea quisiera servirte en esto; pero, ¿dispondrá ella de los medios? Tus tierras de Sicilia también, acaso pudieran tentar á Tigelino. ¿Por qué no haces la prueba?

—Le daría cuanto poseo,—contestó Vinicio.

Desde las Carenas al Forum no había mucha distancia, asi es que pronto llegaron.

Terminaba la noche y las murallas del castillo empezaban á emerger de entre las ya fugitivas sombras.

De improviso, al torcer hacia la cárcel Mamertina, Petronio se detuvo y dijo: —¡Pretorianos! ¡Demasiado tarde!

En efecto, la cárcel hallábase rodeada por una doble fila de soldados. Los primeros albores de la mañana plateaban sus yelmos y las puntas de sus jabalinas.

Vinicio púsose pálido como el mármol.

—Sigamos,—dijo.

Al cabo de algunos momentos se detuvieron delante de la lines.

Dotado de una memoria extraordinaria, Petronio conocía no solamente a los oficiales sino también á casi todos los soldados pretorianos.

Pronto notó, pues, la presencia de un conocido suyo, el jefe de una cohorte, y le hizo señas de que se le acercara?

—¿Qué es esto, Niger? —preguntó. —¿Habéis recibido orden de vigilar la prisión?

—Sí, noble Petronio. Teme el prefecto que se hagan algunas tentativas para salvar á los incendiarios.

—¿Tenéis también orden de no permitir la entrada?preguntó Vinicio.