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QUO VADIS

demás; que si hubiera fingido no preocuparse de la prisión de Ligia, habría podido acaso libertarla más pronto.

Petronio comprendía también esto perfectamente.

Y entretanto, sucedíanse los días á los días. El anfiteatro estaba ya terminado y fueron distribuídos los tesserce, ó billetes de entrada al ludus matutinus (juegos ó espectáculos de la mañana).

Pero esta vez los juegos matinales, á cosecuencia del increíble número de víctimas, debían continuar por espacio de días, semanas y hasta meses.

No se sabía ya dónde colocar tantos cristianos. Las prisiones hallábanse atestadas y la fiebre hacía estragos en ellas. Los puticuli (1)—fosa común de los esclavos—empezaban á rebosar. Temíase á las epidemias que pudieran sobrevenir en la ciudad; de ahí el que se estuviesen activando en lo posible los preparativos.

Todas estas noticias llegaban á los oídos de Vinicio, extinguiendo en él hasta los últimos restos de su esperanza.

Mientras hubo tiempo todavía, pudo alucinarse con la creencia de que algo le quedaría por intentar; pero ahora ya era tarde: los espectáculos iban á dar principio.

Cualquier día podría encontrarse Ligia en un cuniculum (2) del circo, del cual no se salía sino para entrar en la arena.

No sabiendo Vinicio adónde el destino y la crueldad de la fuerza superior pudieran arrojar por fin á la joven, dedicóse á recorrer todos los circos y á sobornar á los guardías y á los encargados de las fieras, sugiriéndoles planes que no podrían ellos llevar á cumplimiento.

Y al fin se convenció también de que sus esfuerzos alcanzarían por único resultado el hacer á Ligia la muerte menos terrible; y entonces parecióle que en la cabeza tenía en vez de masa cerebral, carbones encendidos.

(1) Pozos ó cavernas situados fuera de la Puerta Esquilina en que se enterraban los cadáveres de la plebe.

(2) Foso, cavidad subterránea.